Cien días de campaña electoral
A cien días de haberse inaugurado la administración del presidente Castillo y, la incertidumbre y el desconcierto que siguen siendo las características dentro de las cuales se desenvuelve el diario vivir de la población peruana, resulta preocupante no estar en condiciones de saber el derrotero que se quiere seguir y, por lo tanto, identificar la meta que se pretende.
El haber tenido dos gabinetes ministeriales en tan corto periodo de tiempo nos demuestra la indudable inestabilidad política en la que se está desenvolviendo el funcionamiento del Poder Ejecutivo.
Este último gabinete ministerial, cuya presentación de su política general de gobierno ante el Congreso mereció la confianza por una muy ajustada votación debe, igualmente, ser motivo de análisis que nos permita identificar qué es lo que está pasando en el Perú.
Pues, es necesario tratar de encontrar una explicación del porqué se incrementan los precios de los artículos de primera necesidad, así como del aumento de la inseguridad ciudadana, sumado a ello la devaluación de nuestra moneda y, entre otras razones, las dudas de los inversionistas nacionales y extranjeros cuando se preguntan si las condiciones para comprometer su dinero en nuestro país le brindan la seguridad que se requiere.
Las intervenciones del primer mandatario de la nación en las plazas públicas, las de los ministros de Estado de los dos gabinetes y, en particular, la presentación de este último consejo de ministros, nos deja un sinsabor de total insatisfacción, cuando se comprueba que la línea de los discursos de todos ellos se han visto marcados por un excesivo populismo, de lo cual de deduce que, pareciera ser, los actuales integrantes del Órgano Ejecutivo piensan que la campaña electoral todavía no ha terminado.
A estas alturas de las circunstancias, y en atención a los problemas más latentes que tiene nuestra población, hace mucho tiempo que los mensajes presidenciales y los de las autoridades de gobierno han debido precisar y explicar las acciones que se van a desarrollar para encontrar la solución a los mismos.
Ya no podemos quedarnos conformes con únicamente escuchar promesas gaseosas, sin contenido programático y planificado, que se traduzca en acciones precisas para enterarnos sobre las medidas que, concretamente, se pretende ejecutar desde el ejercicio del poder, como forma de manejo de la administración del Estado.
De falsas promesas estamos cansados, así como de propuestas, a estas alturas irrealizables, como la búsqueda de una nueva Constitución. Propuesta, ésta última, que sólo sirve para justificar o demostrar que no hay capacidad ni menos idoneidad para gobernar.
El problema no está en la ley, ni menos en la Constitución, así estemos o no de acuerdo con lo que ella dispone. El problema está en ser suficientemente capaz de, con la normatividad vigente, saber cómo aplicarla, sin violentarla, y conseguir así atender las exigencias que el Perú reclama.
La designación de autoridades, en los diversos niveles de la administración pública, sin depender de una forma de devolver el favor por haber recibido apoyo en la campaña electoral y, por el contrario, atender las calidades y antecedentes personales de los que van a ejercer importantes responsabilidades dentro del aparato estatal, debe ser la motivación que oriente la toma de decisiones por parte del presidente de la República.
Asimismo, el desterrar en el contenido de los discursos palaciegos frases o adjetivos que pretenden afectar la imagen del sector de oposición, es impostergablemente necesario; ya que eso únicamente produce o fomenta el enfrentamiento político, con tendencia a promover el odio que tanto mal hace al funcionamiento de la democracia.
Como evaluación de lo acontecido en estos cien días, por lo menos por mi parte, no se encuentra ninguna decisión que merezca ser calificada como positiva (las falsas promesas no pueden ser consideradas dentro de ellas), hay que recordar a los que tienen a su cargo la administración de la cosa pública que la campaña electoral ya terminó y, por lo tanto, que se dediquen a gobernar responsablemente.
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