Cien días de soledad
Dina Boluarte, al asumir la conducción de nuestro país, no ha disfrutado la tradicional "luna de miel" que la oposición acostumbraba dar como tregua a un nuevo mandatario. Por demorarse en tomar distancia con su antecesor, ha hecho totalmente suyo el desgaste del gobierno del que ella también ha formado parte. Su aprobación se ha venido cuesta abajo arrastrada en el lodo del mismo huaico que se llevó a Castillo.
Sus primeros cien días se han caracterizado por sus vacilantes y oscilantes posturas por tratar de quedar bien con todos. La hemos visto entrampada en medio de quienes le exigían enfrentar con firmeza la violencia y los que la criticaban por reprimirla. Sus opositores no le han perdonado el más mínimo desacierto tratando de exacerbar su impopularidad.
Pareciera no darse cuenta que se ha pasado cien días pidiendo disculpas a quienes encienden la calle y son los verdaderos responsables de las lamentables muertes. Al hacerlo quita respaldo a quienes todos los días ponen el pecho frente al vandalismo y las cobardes acciones terroristas. Los caviares escondidos detrás de la izquierda radical buscan que ella se desgaste y cansada de apagar incendios termine chamuscada renunciando.
Las lluvias y la furia de la naturaleza se han encargado de apagar por el momento el fuego en las calles y liberar carreteras bloqueadas. Lamentablemente los ríos y huaicos arrastraron en su destructivo camino las ilusiones de miles de familias que perdieron en minutos todo lo que habían logrado con esfuerzo en toda una vida. Ahora Boluarte tiene la oportunidad de llevar auxilio oportuno a quienes indignados reclaman la presencia del Estado y demostrarles que es capaz de proponer y ejecutar una estrategia con cambios que vayan más allá de un nuevo nombre.
Dina Boluarte se está quedando sola. No tiene bancada en el Congreso y si por ahora su gobierno se sostiene es por la voluntad de los partidos de centro y derecha que en silencio la respaldan. Si busca consensos, el camino no está por la izquierda. A ellos nunca los tendrá de su lado.
En el Congreso, las bancadas de los partidos de todos los colores ya se han pronunciado en contra del adelanto de elecciones. Dina debería dejar de hacer la finta de exigírselo y ponerse a trabajar junto a ellos sabiendo que los une el deseo de cumplir su mandato hasta el 2026.
Es hora de las definiciones. Sola no podrá gobernar. Es hora de sumar fuerzas. Si quiere legitimar su gobierno y ganar respeto debe decidir de qué lado está. Es hora de ser coherente y ponerse a gobernar como le exigen quienes quieren estudiar, trabajar, producir, para superar esta crisis que nos tiene ya casi dos años paralizados.
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