ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

Ciudadanos de segunda clase

Imagen
Fecha Publicación: 27/07/2020 - 20:00
Escucha esta nota

La democracia en USA comienza mucho antes de su independencia, pues cada una de las Colonias tuvo su asamblea política compuesta por representantes elegidos por el voto de los propietarios en el siglo XVII, y ya en el siglo siguiente, por el voto de todos los varones blancos. Esos congresos normalmente decidían los asuntos de importancia, equilibrando el poder del gobernador designado desde Londres; aprueban declaraciones de derechos como la de Filadelfia en 1776 e incluso sus propias Constituciones, por lo que resulta lógico que su independencia haya sido discutida y aprobada por esos representantes. En cambio, la independencia nos fue impuesta desde el extranjero, nuestra primera asamblea política fue el Congreso Constituyente de 1822, que es un hito importante para el estudio del pensamiento político peruano, pero fue irrelevante en los juegos de poder real, en manos de caudillos y autócratas.

Por eso siempre tenemos pendiente de aprobación la asignatura de representación política; aún no logramos asegurar la conexión entre elegidos y electores, en gran medida porque los distritos electorales siguieron la demarcación de las intendencias y corregimientos virreinales, hasta hoy. A ello agregamos un sistema electoral que distorsiona la decisión popular, pues mientras lo natural, en las primeras democracias del mundo, Inglaterra y Norteamérica, es que cada pueblo o comarca elija a un representante, nosotros complicamos la necesaria identificación y seguimiento de nuestros elegidos, copiando las listas parlamentarias en distritos electorales más grandes; y para asegurarnos que las cosas no funcionen, asignamos arbitrariamente un número de representantes a cada distrito electoral, haciendo que el Congreso unicameral no recoja eficientemente el voto ciudadano.

Por la aplicación de criterios subjetivos y de dudosa intencionalidad, el voto de un residente en Tumbes vale por 2.4 residentes en el Callao, un voto de Madre de Dios vale por dos del Cusco. Peor aún, Lima registra 8’019,589 electores representados por 36 congresistas, lo que significa que cada parlamentario representa a 222,766 ciudadanos. Pero Moquegua, que tiene 140,617 electores y 2 congresistas, cada parlamentario representa a apenas a 70,308 ciudadanos, por lo que podemos afirmar que el voto de un residente de Ilo vale más que el de tres residentes en Comas.

Lima está increíblemente subrepresentada, políticamente hablando, pareciera que los que votamos en la capital somos ciudadanos de segunda clase. La situación seguirá empeorando con la sustracción de dos curules de Lima, para crear el distrito de residentes en el extranjero, en lugar de haber aprovechado el momento para redistribuir la representación política y así permitir mayor legitimidad de la asamblea.