ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

Colegio de Abogados de Lima sin lustre

Imagen
Fecha Publicación: 05/08/2023 - 23:10
Escucha esta nota

Desde que vi tirar al suelo el cuadro de una decana de la Orden de Abogados de Lima, en la galería de descollantes hombres y mujeres del derecho, espacio respetadísimo en su forma y en su fondo ubicado en el hall principal y de acceso de tan histórica y emblemática institución gremial de abogados de la capital de la patria – quedando completamente atónito y perplejo, debo confesarlo–; luego, por la montaña de pugnas sacándose los ojos hasta denunciando a un exdecano con el animus de impactar en su honorabilidad, y la imperdonable ausencia de formas en el Colegio –esto último constituye la investidura innata e intrínseca de un letrado–; y, enseguida, conocer de la sentida pero justificada y comprensible ausencia de todo el cuerpo de honorables exdecanos en el acto de homenaje póstumo del maestro de todos, Juan Vicente Ugarte del Pino (1923-2015), que este año celebramos el centenario de su nacimiento; y, recientemente, como para coronar en desgracias y desencantos que los abogados institucionalistas y en general toda la comunidad jurídica no merecemos, la deslucidísima ceremonia central por el 219° aniversario de fundación del gremio, realizada el viernes 4 de agosto –no obstante que la fecha histórica es el 31 de julio de 1804–, que tampoco contó con la presencia de los exdecanos –no asistió uno solo–, no puedo sino, alzar mi voz de enorme preocupación porque la crisis axiológica en nuestro Colegio, más allá de las diferencias que siempre habrá en todo gremio, se vaya de las manos y terminemos barbarizados, sin respeto mínimo de unos a otros.

Pero, sin que lo anterior deje de ser relevante o lo principal, me preocupa muchísimo que se haya convocado a una Asamblea General de Delegados con el expreso objetivo de alterar la letra y el espíritu de nuestro Estatuto gremial buscando deliberadamente que sea aprobada la reelección de la junta directiva, un presupuesto impensado, pero sobre todo contrario a nuestra ley gremial y cuyos resultados, de aprobarse por unos delegados que de lejos ya se han venido extralimitando en sus prerrogativas –el retiro del cuadro referido líneas arriba solo debió hacerse por una decisión del Tribunal de Ética del CAL, que jamás hubiera dictado lanzarlo con desnudado desdén al piso como vimos–, hallándose en el umbral de la censura, la reprobación, la ilicitud y el delito de aprobarse lo que los exdecanos califican de “acuerdos ilegales” , si emanan de la referida Asamblea General.

La pandemia, por su atípica e inadvertida naturaleza, nos cambió muchas de nuestras conductas sociales y también acortó como alargó, por su atípica irrupción en la vida humana, el quehacer en el Colegio donde es verdad que algunos procesos no estuvieron del todo bien, pero en ningún caso debe asumirse por ellos, como un pretexto para ganar derechos que no existen. Mi columna no tiene sentido ecléctico que sería más fácil –lo creería mediocre– para aquel que sin posición busca no hacerse problemas. Nada de eso.

Como miembro de la Orden y profesor de Derecho, exijo cordura y postura digna de un abogado como nos define el jurista uruguayo, E. Couture, porque están conduciendo irresponsablemente al CAL al desprestigio ante la comunidad nacional e interamericana. En los colegios del interior del país como el de La Libertad o del extranjero como el de La Paz o de la Federación Interamericana de Abogados (FIA), de los que soy Miembro Honorario o Consejero, jamás vi tan extrema degradación gremial. Salvemos al Ilustre Colegio de Abogados de Lima, hoy penosamente sin lustre.

(*) Internacionalista y excanciller del Perú

Mira más contenidos siguiéndonos en FacebookTwitterInstagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.