Colombia ante la muerte de Miguel Uribe Turbay
La muerte venció mortalmente al senador y precandidato presidencial colombiano, Miguel Uribe Turbay, sin darse cuenta que había comenzado su camino hacia la gloria de Dios, allí donde solo van los que actúan bien y felices de sus causas. Es triste desde una aferrada mirada de la vida en este mundo que Miguel Uribe haya dejado a su esposa y a sus pequeños hijos, y a todo Colombia, en unos de los momentos de su plenitud política, que le auguraba un destino lleno de brillo siempre en provecho para su patria. Su vida, en completo estado crítico desde el mismo instante en que sufrió el atentado y hasta ayer, se hallaba totalmente comprometida por la gravedad del atentado, pendiendo de sus fuerzas y de Dios, principalmente. Colombia ha vuelto a ser el país violento que conocí en los noventa y el gobierno del presidente Gustavo Petro, ha sido incapaz de lograr neutralizar y acabar con la ola de violencia política y violencia criminal que domina en el país cafetero. Colombia venía saliendo adelante y a buen ritmo, y aunque de manera progresiva, pero de manera segura, venciendo a la violencia que se impuso en el país por más de 55 años. La muerte de Miguel Uribe ha enlutado al país que mira absorto como la violencia política se vuelve a cobrar la vida de uno de sus hijos más comprometidos con su destino nacional de los últimos años. Luego de que en 2016 se hiciera un plebiscito para alcanzar el acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – FARC -allí estuve para dar fe de ese deseo nacional-, era lógico que el camino de Colombia estaba trazado hacia una vida pacífica como regla dominante, pero eso, lamentablemente, no ha sucedido. Petro no ha podido asegurar que pudieran crearse las condiciones mínimas para que los colombianos tengan la paz que comenzaron a experimentar tan solo hace pocos años. De hecho, hasta ahora nada, absolutamente nada, se ha visto en su mandado que se pudiera considerar realmente como relevante. La muerte de Miguel Uribe no puede quedar impune y es deber del presidente Petro dar con los culpables porque la impunidad vuelve a ese país, inestable, vulnerable y dominado por la incertidumbre. La memoria de este político colombiano, joven y valiente, lo exige.
(*) Excanciller del Perú e Internacionalista
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