¿Cómo conducir la presidencia peruana de la Alianza del Pacífico?

Ayer, nuestro país recibió de Chile la presidencia pro tempore de la Alianza del Pacífico, el mecanismo de integración económica más exitoso al que hayan podido llegar cuatro países de la región: Chile, Colombia, México y Perú, convertida en la octava economía del planeta y con 62 países de los 5 continentes en calidad de Estados observadores.

La forma de cómo se hizo, es decir, no por la entrega directa y formal como corresponde a la presidenta del Perú, Dina Boluarte, fue decidida caprichosamente por Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, que la considera usurpadora del poder político en nuestro país.

Aunque el Perú tenía la presidencia de iure, es decir, de puro derecho, de acuerdo con el artículo 7 del Acuerdo Marco de la propia Alianza, que es un tratado, de conformidad con la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados de 1969, que refiere que la presidencia la tendrán los Estados miembros del bloque sucesivamente en orden alfabético, debiendo asumirla en enero del año siguiente –lo que no hicimos por falta de reflejos políticos–, la fórmula chilena de contarla por escasamente un mes y días para entregarla al Perú, el día de ayer, 1 de agosto, debe ser relievada.

Nuestra presidencia será tan solo de 7 meses y no del año, como era lo esperado. Pero ya la tenemos y hay que conservarla sin sobresaltos, es decir, evitando en todo momento una exposición de la mandataria que la ponga en el umbral del desaire público por sus homólogos mexicano y de Colombia, Gustavo Petro, que sabe Dios con qué reacción podrían salir, pensando en sus réditos politiqueros, que le han hecho mucho daño a la Alianza.

Esto significa, entonces, que la jefa de Estado: 1) No envié ninguna comunicación en su calidad de presidenta pro tempore a sus pares de México y de Colombia. Sería un acto de provocación imperdonable pues López Obrador y Petro, le sacarán el máximo provecho pensando en sus cálculos políticos personales o ideológicos.

La técnica deberá ser el mensaje impersonal, o en su defecto, en el nivel de cancilleres que, aunque no será igual políticamente, tendremos que aceptar la alicaída condición de nuestra presidencia. 2) En esa misma línea, que no efectúe ninguna declaración pública en la que se dirija a los referidos presidentes de la región, pues éstos no perderán la oportunidad para responderle políticamente y ya sabemos el tono de cómo sería la respuesta. 3) Siendo la reunión de los mandatarios el marco que le da realmente vida política a la Alianza, las circunstancias actuales nos obligan a cuidar el destino de la Alianza delimitado estratégicamente al marco de su consejo empresarial y de allí no salirnos.

Es lo que nos toca en este complejo escenario en que, para mala suerte de los pueblos de los 4 países, la Alianza del Pacífico terminó siendo ideologizada, produciéndole sus señalados responsables, un daño de impacto incuestionable.

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