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¿Cómo enfrentará esta crisis Vizcarra?

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Fecha Publicación: 09/03/2020 - 22:20
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Un gobierno a la deriva -con un mandatario perdido en el espacio de su propio laberinto y un gabinete ministerial mayoritariamente poblado por practicantes del nadismo que caen cuales soldaditos de plomo vencidos por vínculos con la guarrería- insiste en continuar destruyendo el país. Esta vez apoyado por un Congreso dividido entre una ultra minoría constituida, también, en gran parte por aprendices; y, sobre todo, por topos que actúan en nombre de movimientos politiqueros que solo buscan colocarse en el partidor de la carrera electoral 2021. Como fresa sobre la crema el mundo se ralentiza víctima de una casi certera pandemia, fruto de un virus infernal que la ciencia médica aún no logra descifrar. Hablamos de una desaceleración que ha empezado a deprimir, aún más, la cada día más decaída economía peruana. Una combinación realmente preocupante cuyos estragos vienen sufriéndolos las capas populares.

Sin embargo, las llamadas clase A y B siguen viviendo de espaldas a la realidad, embobadas por las piruetas de un prestidigitador de teatro provinciano -nos referimos al jefe del Estado, Martín Vizcarra- quien junto a su blitzkrieg mediático (El Comercio como su espolón de proa) les hacen ver lo que quisieran mirar y escuchar aquello que quisieran oír. O sea, la irrealidad reflejada en esas encuestas fabricadas a la medida del gobierno del engaño, que se empeña en conducirnos al despeñadero.

La combinación entre el demagógico régimen Vizcarra y un esperpéntico Congreso electo sólo por un tercio de la ciudadanía -descontados los omisos así como las balotas viciadas y en blanco- es una bomba de relojería. La competencia entre ambos por liderar las propuestas populistas envenenará todavía más las iniciativas de los candidatos presidenciales. Y que no le quepa duda, amable lector, que no solo no habrá reformas positivas durante este tiempo, sino que tampoco veremos leyes para paliar, aunque sea, la decrépita situación en que están los servicios del Estado (Salud, Educación, Seguridad Ciudadana, etc.).

La razón de ser de los poderes Legislativo y Ejecutivo es poner el Estado al servicio de mejorar la calidad de vida de los peruanos. Pero desde hace una década eso acá es utopía. En 2011 el comandante Ollanta Humala llegó a palacio trajeado de moralino, ofreciendo como programa “erradicar la corrupción”. Hoy está procesado tras enriquecerse recibiendo millones de dólares de Odebrecht; además de valijas repletas de petrodólares remesadas por su promotor, el impresentable Chávez. Luego aterrizó Kuczynski, un centroderechista traidor al pensamiento que ofreció representar, corriente que obtuvo 72% de respaldo ciudadano en las elecciones de 2016. Además mintió, escondiendo su pasado ligado a Odebrecht, e instituyó el desgobierno como doctrina enfilándonos al caos sociopolítico. A PPK lo abandona su vicepresidente Martín Vizcarra, un improvisado a tiempo completo en el arte de gobernar que privilegiara el golpe de Estado y la pendencia contra el opositor como escudos para esconder su incapacidad.

Apostilla. Ayer Wall Streeet registraba récord histórico de caída díaria, despertando las alarmas internacionales.¿Seguirá Vizcarra desacreditando al Parlamento y culpando al Apra y el fujimorismo de sus tonterías?