Como hace 30 años, en 1992, el proyecto de ley del Presupuesto ha vuelto a ser el foco del conflicto de poderes. El Ejecutivo presentó su proyecto en septiembre, el Legislativo le añadió mil millones de soles que no estaban financiados.
Finalmente, hubo acuerdo y la sangre no llegó al río. Y esta vez sin aumentar el Presupuesto, gracias a las reglas establecidas en la Constitución del 93. La Constitución prohíbe que el Presupuesto esté desbalanceado en sus ingresos y sus gastos. Y dispone también que, si para el 30 de noviembre no se ha aprobado la Ley de Presupuesto, entra en vigencia automáticamente el proyecto enviado por el Ejecutivo en el mes de septiembre. La Constitución prohíbe, además, la “iniciativa de gasto” al Congreso. Solo el Ejecutivo la tiene.
Esta vez, el Congreso trató de forzar al Gobierno a financiar un gasto adicional sustrayéndolo de la llamada “reserva de contingencia”, una partida del Presupuesto de la que el Ejecutivo echa mano ante una emergencia previsible, ante un desastre natural u otra contingencia (un paro del sector público por aumentos salariales). Hay una reserva de contingencia “natural” y otra “social”. El viejo truco de la oposición es el mismo todos los años: dejar al Ejecutivo sin reserva de contingencia para forzarlo a aumentar el Presupuesto -en mil millones de soles hoy, por ejemplo- para hacer lugar así a las demandas de los representantes de la oposición.
En esta danza anual el Ejecutivo tiene hoy la sartén por el mango. Lo divertido de la farsa es que ambas partes saben que, salvo el pago de sueldos y salarios del Estado -que es sagrado-, el Presupuesto no llegará a ejecutarse en su totalidad, sino -digamos- solo en un 70 o 75 por ciento. Sucede que la capacidad de ejecución de inversión es tan pobre que el dinero al final no se gasta o se gasta mal para no devolverlo al Tesoro. No hablemos ya de gasto eficiente.
Este ballet es un secreto en el que ambas partes -Gobierno y oposición- son cómplices. El Gobierno para no desatar una guerra con las regiones y municipios. La oposición, para no presentarse con las manos vacías en las elecciones siguientes y poder así echarle al culpa al Gobierno de no haber hecho nada por el pueblo.
Nadie se engaña, todos mienten. Y disfrazados anualmente en el carnaval del Presupuesto esconden su complicidad en esta hermosa mentira que el pueblo paga.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter e Instagram, y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.