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¿Comunicar o no comunicar? la cuestión gubernamental

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Fecha Publicación: 09/01/2024 - 21:50
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Una tara de la gestión pública es que funcionarios y autoridades crean que la comunicación gubernamental es como una varita mágica que lo resuelve todo. ¡Craso error! Hace unos días, una fuente de Palacio revelaba que la presidenta Boluarte y un íntimo asesor citaron al equipo de comunicaciones para expresar su malestar por la mala imagen que tenían, atribuyéndoles –en la práctica– la responsabilidad de su bajísima popularidad. ¡Nada más alejado de la realidad!

Una primera verdad para quienes gerencian instituciones públicas es que la comunicación es un área que acompaña la gestión de gobierno. Si las políticas públicas no funcionan bien, ningún intento de comunicarlas tendrá buen resultado. No hay forma de que la comunicación resuelva un problema de gestión. Por ello, una de las situaciones más recurrentes son las de crisis, lo que motiva que los comunicadores tengamos que hacer control de daños permanentemente, evitando que el impacto negativo sea tan potente como para poner en riesgo la continuidad laboral del servidor público a cargo de la institución.

Una segunda verdad es identificar el perfil del Dircom Público. Tradicionalmente, los políticos eligen periodistas, con el objetivo de anticiparse a las crisis que saben van a venir. Asumen que la crisis es parte del ADN de la gestión pública. ¡Otro mito! ¡No es cierto! El secreto mejor guardado del marketing público es que la mejor defensa ante una situación de crisis es tener una buena reputación de marca. Lamentablemente, el periodista de raza no sabe cómo hacerlo. Su pasión por la confrontación le impide construir canales de comunicación para la inclusión.

El perfil del Dircom Público debe tener más de marketing estratégico que de periodista. Debe conocer de investigación de mercado, desarrollo y posicionamiento de marca, implementación de campañas creativas en ATL y redes sociales e inversión publicitaria. La publicidad estatal, por cierto, no es un gasto. ¡Otro mito que debemos eliminar de la gestión pública!

Finalmente, una tercera verdad es que no hay comunicación estratégica válida sin trabajo en equipo. Las oficinas de comunicación gubernamental deben funcionar como miniagencias que brindan servicios a distintas áreas usuarias. En realidad, si viéramos al gobierno como una gran corporación, veríamos que lo más eficiente sería crear una Agencia de Comunicación para todo el Gobierno Central, cuyo líder debe tener cargo ministerial, de manera que optimice todos los equipos de comunicación que trabajan hoy en estas instituciones a nivel nacional.

La Agencia debería brindar servicios especializados por áreas, ordenar la generación de contenidos, evitar la competencia insana que existe entre ministerios por espacios en medios de prensa, cuando una parrilla adecuada de actividades mejoraría sus indicadores de impacto. ¡No es nada del otro mundo! Simplemente se requiere organizar a estos equipos y, por supuesto, tener un gobierno capaz de renunciar al ego particular de cada ministro y de cada político de turno, para alimentar –de una vez por todas– la buena performance del gobierno como tal. ¿Será posible ver esto algún día en nuestra realidad nacional?

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