Comunismo, enemigo del periodismo libre
El comunismo es el enemigo público número uno de la libertad de prensa. La razón es sencilla. Su perversidad ideológica y violenta, dinamita sistemáticamente los derechos universales y las libertades individuales, al recurrir al uso de la fuerza para imponerse –y mantenerse– en el poder, apelando a la presión, no a la razón. Un disparate diametralmente opuesto al modo de vida que se respira en una democracia. Exceso que colisiona con la libertad de información que exige una sociedad contemporánea, abierta e independiente para vivir en paz, absoluta autodeterminación y ajena a cualquier dogma, venga de donde viniere. Quienes hemos tenido el privilegio de vivir en plena libertad –ocurrió durante las dos gestiones de gobierno de Fernando Belaunde Terry, y asimismo en ambos regímenes de Alan García; con mucho menos intensidad en los gobiernos de Humala y Kuczynski; y muy por debajo, durante los mandatos de Vizcarra y Sagasti, donde el poder Judicial, la Fiscalía, la Policía politizada, el Jurado electoral y tantas otras dependencias del Estado se encuentran bajo el mando de la progresía caviar–, quienes vivimos esto, repetimos, damos fe del gran valor que aporta la libertad informativa para la convivencia social en armonía y progreso. En contraste, somos testigos de lo trágico que significa vivir bajo el oscurantismo que proyecta la desinformación, viejo vicio delictivo que ha impuesto esa denominada “gran prensa nacional” (La República, RPP, El Comercio, etc.), al tergiversar las noticias para beneficiarse económicamente favoreciendo al poder de turno; publicando lo que conviene a palacio, dejando de publicar lo que perjudica al todopoderoso de turno y, peor aún, haciendo trizas de la profesión periodística al desfigurar la noticia convirtiéndola en comentario fanatizado.
Ahora, aún en plena campaña electoral, vemos las garras del comunismo amenazando, inclusive agrediendo, a los periodistas que ponen el dedo en la llaga denunciando las (hasta ahora) faltas y delitos que viene cometiendo su candidato Pedro Castillo. Es el caso del periodista, colaborador de EXPRESO, Alfredo Vignolo. Él ha recibido amenazas de muerte por denunciar ante el Ministerio Público que Castillo no ha consignado en la declaración jurada presentada al Jurado Nacional de Elecciones su condición de accionista y asimismo gerente general del Consorcio Chotano de Inversionistas Emprendedores JOP S.A.C. Por muchísimo menos que esto, el Jurado anuló la inscripción de candidatos que, obviamente, no pertenecían a agrupaciones izquierdistas, confirmando la mácula que ya llevan como blasón negro los integrantes de esa institución que, sin duda, ha favorecido –y sigue haciéndolo– a las agrupaciones socialistas y/o comunistas. Por otro lado, el reportero Marcial Vilela de PBO Digital fue agredido físicamente por los matones mal llamados guardaespaldas de Castillo. ¿El motivo? Acercarse a pedir alguna declaración. Desde luego la llamada “gran prensa” ha silenciado tamaño atentado contra la libertad de información. No solo acobardada porque le ocurra algo parecido sino porque es tan miserable que tácitamente apoya al candidato comunista. Nuestra solidaridad con ambos hombres de prensa.
Estamos advertidos. Con un Castillo en el poder desaparecerá la libertad de prensa. Y con ella, la libertad individual.
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