Con Alemania: cincuenta años en la ONU
La República Federal de Alemania es hoy el motor económico de Europa, y protagonista global para la estabilidad democrática en el mundo. No siempre fue así. Alemania practicó todas las formas de gobierno, al extremo del nefasto nacional socialismo, que generó conflictos armados de vastas dimensiones.
En algunas etapas de la historia de relaciones internacionales la actuación de individuos fue tan importante como la de representantes de gobiernos. Nuestros diplomáticos –la vía oficial- poco pudieron hacer para apoyar a los perseguidos, especialmente judíos, por el régimen nazi. Fueron iniciativas individuales las que arriesgando mucho brindaron en algunos casos la protección que debió dar un Estado a sus connacionales en peligro.
Entre alemanes y peruanos hubo solidaridad frente a la dictadura nazi y en apoyo a la recuperación de la democracia. Se formaron familias binacionales que fueron, terminada la guerra, la base de la recomposición de las relaciones formales entre países.
Cuando la nación alemana fue dividida y representada por dos Estados (la República Federal de Alemania y la República Democrática Alemana) el Perú pudo mantener vínculos con ambos Estados con representaciones diplomáticas tanto en Berlín como en Bonn.
Hay mucho más en todo esto. La Nación alemana no estuvo hasta 1973 representada -por ninguno de sus dos Estados- en la Organización de las Naciones Unidas. Fue el Perú que, el 18 de septiembre de 1973, con su influencia en el Grupo de los 77 y gravitación en los países No Alineados -que aportaron entonces un número importante de votos- propició el ingreso de ambos Estados alemanes.
Fui testigo de ello al integrar como diplomático la Representación Permanente del Perú ante la ONU. El planteamiento se basaba en una lógica fundamental. Las Naciones Unidas –como su nombre lo indica- no es una unión de Estados, sino de Naciones. Este año tenemos la oportunidad de celebrar junto con todos los alemanes ya reunificados en la República Federal, los cincuenta años de este logro. Y de recordar la excelente labor de la diplomacia peruana, y al jefe de la Representación peruana ante la ONU, embajador Javier Pérez de Cuéllar.
Son varios los aspectos que podrían enriquecer la agenda bilateral, con cara a una próxima visita de la ministra federal de Relaciones Exteriores alemana Annalena Baerbock a América del Sur.
Con la ministra de Relaciones Exteriores del Perú, Ana Cecilia Gervasi, la política alemana, además del nombre Ana, tiene mucho en común. Son jóvenes profesionales que asumieron las respectivas responsabilidades de ejecutar la política exterior de sus países. Ambas damas lo hacen con especial profesionalismo, determinación, elegancia y simpatía. Obtuvieron así respeto y respaldo en los escenarios más difíciles evidenciando logros para la amistad y cooperación de los pueblos.
Estamos a menos de dos meses de la Cumbre de la CELAC y la Unión Europea que se realizará a mediados de julio en Bruselas. Es en el campo multilateral en el que estrechamos relaciones con objetivos comunes. Con el impulso dado por los embajadores peruanos en Berlín Elmer Schialer y Augusto Arzubiaga; así como por la embajadora alemana en Lima, Sabine Bloch, se abren nuevas perspectivas. En lo económico, Alemania ve en Latinoamérica posibilidades para independizarse de suministros tanto de China como de Rusia.
En Chile se desarrolla una planta para producción de combustible no contaminante. En Perú crece el interés en transformar el cobre en bobinas que impulsarán los motores eléctricos, lo que fortalecerá ganancias mutuas.
En lo político prevalece el buen entendimiento sobre la base de intereses complementarios que se extienden en el ámbito multilateral. En lo cultural se abren perspectivas ilimitadas para reforzar esta singularidad -tradicional- en las relaciones entre ambos países, en las que las iniciativas y propuestas personales van de la mano con las de empresas y gobiernos. En el ámbito comunal de Lima Metropolitana hay un importante acercamiento.
El Perú debe poner en evidencia ante la comunidad internacional toda, actos de intervencionismo en nuestro continente que afectan principios del Derecho Internacional.
En circunstancias actuales, en que debemos defender la no intromisión en asuntos internos (Doctrina Gervasi) no solo de modo bilateral, sino en foros internacionales, como CELAC o las Naciones Unidas, cosechando lo que hemos sembrado. Entonces, preparémonos para celebrar los cincuenta años juntos con Alemania en la ONU dando un nuevo impulso al multilateralismo en defensa de nuestros intereses permanentes.
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