Concertación social, económica y política: única alternativa
A partir de la salida de Fujimori (2001), se dieron cuatro transferencias gubernamentales democráticas (Toledo, García, Humala y Kuczynski; récord histórico de gobiernos electos democráticamente, a pesar de los indicios de corrupción), favorecidas por los precios de las exportaciones mineras que fueron altos, en un entorno externo favorable que dura hasta ahora: las exportaciones crecieron 19.1% en el 2020, 80.5% en el 2021 y se prevé crezcan 14.8% en el 2022 (BCRP).
Sin embargo, solo hubo crecimiento económico sin desarrollo; el PBI aumentó 2.0% en el 2019, cayó en receso -11.0% en el 2020, rebotó en 13.3% en 2021 y se prevé que solo crezca en 3.4% en el 2022 (BCRP). En el 2020 nos agarró la pandemia, que descubrió nuestra caótica salud, educación, infraestructura y seguridad ciudadana, amén de otros sectores en crisis, por brechas de infraestructura y deficiente gestión pública. El resultado fue que tuvimos la más alta mortalidad del mundo, cerca de 200 mil muertos, y la pobreza monetaria pasó del 20.2% en 2019 al 30% en el 2020.
Kuczynski, a menos de dos años de gobierno, se vio obligado a renunciar debido a acusaciones de corrupción (Odebrecht) y el indulto a Fujimori. Lo reemplazó el primer vicepresidente Martín Vizcarra, quien meses después disolvió el Congreso, llamando a elecciones parlamentarias.
A los dos años y medio de mandato, Martín Vizcarra fue vacado por corrupción durante su etapa de gobernador de Moquegua y cuando fue ministro de transportes; a pesar de ello, el acceso a la presidencia continuaba siendo constitucional, pues se nombró al presidente del Congreso de ese entonces, Manuel Merino, como presidente de la República.
La presión mediática y social obligó a Merino a renunciar a los cinco días, por lo que correspondía, constitucionalmente, al nuevo presidente del Congreso, Luis Valdez, asumir la presidencia y culminar el mandato. Sin embargo, las fuerzas políticas en el Parlamento, luego de nuevos acuerdos, presionaron y se realizó un cambio de la mesa directiva, con Francisco Sagasti a la cabeza, asumiendo la presidencia de la República.
Los resultados de las elecciones generales 2021 en segunda vuelta dieron como ganador a Pedro Castillo, por 40 mil votos más que los obtenidos por Keiko Fujimori. De esta manera llegamos a un quinto periodo gubernamental constitucional, con tres presidentes en el periodo anterior (Kuczynski, Vizcarra y Sagasti).
Pedro Castillo inició su gobierno anunciando un nuevo Congreso constituyente que conflictuaba con la estabilidad del Congreso, que respondió tratando de vacarlo casi al instante, sin esperar los 100 días de gracia. El Presidente reaccionó dejando entrever que disolvería el Congreso.
En este contexto nos encontramos en una pugna permanente entre el Legislativo (vacar) y el Ejecutivo (disolver), que nos lleva al anuncio del Presidente de buscar estabilidad vía un proceso de concertación nacional, donde participen los integrantes del Foro del Acuerdo Nacional, que no solo involucra al Ejecutivo y Legislativo, sino que incluye a empresarios, trabajadores, gremios profesionales, iglesia, entre otros actores.
Deberían encontrarse consensos para resolver la crisis, y tratarse temas como la política económica para transitar el proceso de salida de la pandemia y pasar de la emergencia a la reactivación y crecimiento económico, el trabajo conjunto de los poderes del Estado para aliviar el impacto de la crisis internacional en las poblaciones más vulnerables (mejora de la protección social), reducción de las tasas de desempleo, lucha frontal contra la corrupción, seguridad ciudadana, entre otros temas.
A este panorama, debemos agregarle una economía internacional partida, en medio de una crisis por el incremento del precio de los hidrocarburos y granos, que tiene un impacto directo a nivel mundial en las poblaciones más vulnerables, para las cuales el FMI recomienda distribuir los excedentes que generan los precios de las materias primas.
Esperamos que este 27 de abril, en que se reunirá el Acuerdo Nacional, reine la cordura y se priorice al Perú. Hoy todos, de una u otra manera, seamos trabadores formales o informales, profesionales, empresarios o políticos, nos vemos afectados por la inestabilidad que ahuyenta la inversión, sin la cual no hay desarrollo posible.
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