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Confianza humillante

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Fecha Publicación: 14/06/2025 - 22:50
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Los 62 congresistas que decidieron otorgarle sin preámbulos el voto de confianza al gabinete Eduardo Arana han humillado al país. Corroboraron, una vez más, el profundo desprecio que sienten por la dignidad ciudadana, el rol básico de fiscalización al Ejecutivo y su fácil como sospechosa entrega a un escenario de mutuos favores políticos.
Ese voto no debió darse, por lo menos en primera instancia y hasta que el flamante premier asumiera el compromiso de abrir las ventanas del gobierno para ventilar, sin coacciones ni amenazas, el ampay a las diversas mentiras de la presidente Dina Boluarte. No se trata de la dimensión aparentemente trivial de los Rolex obsequiados, las cirugías estéticas practicadas o el destino incierto de la jefa de Estado en una playa al sur de Lima. Se trata de sus graves implicancias y la parafernalia montada por Palacio para enredar sistemáticamente cada una de las imputaciones basándose en falacias, contradicciones descaradas y ofensivas autoritarias desde el poder contra los denunciantes y la prensa que los acoge.
La lectura de esos 62 congresistas debió parecerse a la del Parlamento de agosto de 2014 cuando el gabinete Ana Jara no recibió de inmediato el voto de confianza, pues las abstenciones superaron en número a los votos en contra, lo cual obligó a un segundo y hasta tercer sufragio de investidura como lo manda la Constitución. Jara, una política honesta y transparente, cedió espacios a las agendas de una oposición ya engordada por disidentes del oficialismo que acusaban desvíos ideológicos al presidente Ollanta Humala y que levantaban la ceja ante los primeros indicios de corrupción atribuidos a la entonces primera dama Nadine Heredia, hoy asilada en Brasil.
O también al Legislativo de 2020 que le negó la confianza al petulante y acomodaticio Pedro Cateriano (usando sus mismos paradigmas de calificación política, un toledo-humalista-nadinista-vizcarrista) cuando el gobierno de Martín Vizcarra ya derrapaba ineficiencia y demagogia en el combate al COVID-19, además de las primeras evidencias de inmoralidad.
Tales congresistas, no muy lejanos en el tiempo y pese a sus limitaciones colectivas, por lo menos le dieron sentido a la institucionalidad democrática de los contrapesos, sin refugiarse en la paparruchada de la “gobernabilidad” (¿realmente la tenemos?) ni el pretexto de las elecciones próximas. Aunque el gabinete Arana haya recibido la confianza con la votación más baja y ajustada del último quinquenio, nada exime de una vergonzosa irresponsabilidad a los representantes de Fuerza Popular, Honor y Democracia, Somos Perú, Avanza País y Acción Popular que apenas cedieron a los guiños también demagógicos del primer ministro respecto a “estudiar” el retiro del Perú del sistema interamericano de derechos humanos, fraccionar aún más los regímenes laborales públicos, entre otros puntos.
Es cierto: hemos sido humillados por una relativa mayoría congresal. Con mucha convicción, debemos gritar a los cuatro vientos que no nos representan.

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