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Conflicto Armado Volumen II
Hace casi dos meses, cuando un nervioso Pedro Castillo pretendió cerrar el Congreso de manera inconstitucional, el panorama estaba claro. Muchos peruanos celebramos que se vacara al presidente de manera inmediata y que se le diera una prisión preventiva antes de que se fugue. Los que defendemos la democracia vimos este hecho como un hito. Como el principio del fin. Qué ilusos.
La izquierda serpentina, muy mañosa a la hora de crear narrativas, logró convencer a un sector de la población de la inocencia de Castillo, a pesar de las innumerables pruebas en su contra, y de utilizar su vacancia como si fuera el asesinato de Francisco Fernando para poner en marcha una guerra contra el mismo gobierno que habían elegido.
Desde un principio, hubo dos bandos. Los que apoyaban el gobierno de Dina Boluarte, cuya fuerza estaba representada por la PNP y FF.AA., y los que estaban en contra del susodicho gobierno, cuya fuerza estaba personificada en los vándalos que comenzaron a amenazar y destruir.
Poco tiempo después, defender a Boluarte se ha hecho cada vez menos políticamente correcto. Y los primeros en lavarse las manos van a ser siempre esos “moralistas” vanagloriados siempre de su presunta memoria y dignidad.
Ahora salen con el cuento de que no apoyan ni a uno ni a otro.
Así fue cómo hace 25 años surgió ese desagradable discurso del “Conflicto Armado Interno”, que permitió a todos esos marxistas de Starbucks, leninistas veganos, maoístas barranquinos hacerse a un lado de la guerra para ponerse en una posición de superioridad moral. Abandonaron a las fuerzas del orden, que velaban por su libertad y seguridad, para ganar poder sobre su sacrificio, en nombre del buenismo, de la verdad y reconciliación.
Hoy sucede lo mismo, solo que en tiempo récord. Hay un grupo de delincuentes que pretende destrozar el Perú a menos de que se cumplan sus condiciones. ¡Han secuestrado la calle! Las fuerzas del orden (como su nombre lo indica) tienen que poner orden. Este es el principio de causalidad. Si desacatas la orden, hay represión. ¿No quieres represión? No desacates la orden.
Lamentablemente, para estos vanagloriados con una superlativa moral, la gresca que vemos entre el orden y el desorden tiene que llevarse a cabo en condiciones iguales. ¡No! Esto no es un campeonato de Karate sub-12. Los policías tienen que estar en mejores condiciones porque se espera que derroten a quienes se les oponen.
Estamos ante una segunda ola de Conflicto Armado, donde serán esos mismos que se lavaron las manos hace 25 años, los que se vean beneficiados políticamente. Eso pasa cuando la historia no se cuenta bien.