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Confusión premeditada…

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¿Cómo andamos en política internacional?
Fecha Publicación: 11/08/2021 - 23:59
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Hemos venido sosteniendo que las organizaciones políticas radicales que utilizan la violencia para lograr sus objetivos de control absoluto del poder nunca actúan con transparencia porque el camuflaje es su mejor arma para confundir aún más a una población ya casi ciega y desconcertada con tanta incertidumbre.
Siempre han apelado al clandestinaje, pero con estructuras organizativas sólidas en las cuales, cada nivel de activismo sabe perfectamente lo que debe hacer y cómo lo tiene que hacer, de modo que nadie allí ejerce actividad crítica y sus actos ciegamente se encaminan a cumplir con la función encomendada.
En tal virtud, las personas vinculadas a dichas organizaciones tienen una imagen pública y otra encubierta. Con la primera te dicen lo que quieres oír y actúan como quieres ver dentro del marco jurídico, social, pero utilizando el sofisma en su mensaje político y en cualquier opinión de esta naturaleza; pero, con la segunda, en el secretismo donde ellos toman sus grandes decisiones, se movilizan todos hacia sus fines sin que nadie se percate de ello porque la buena fe de la gente hace que crean en lo que la imagen pública del sujeto encubierto les genera duda a favor de éste y hasta apoyo a discursos antisistema dichos de manera democrática.
Esto ya está ocurriendo a nivel de gobierno y no entiendo el porque extraña a muchos expertos el secretismo con la que actúa el presidente de la República, primero desde una casita en el distrito de Breña, luego con su inexplicable enclaustramiento, la prohibición de acceso para periodistas de los medios de comunicación privados quienes solo pueden colgarse de la monopólica señal estatal del Canal del Estado, su vocación de no brindar entrevistas, pero lanzando discursos focalizados de un populismo desbocado que ya va chocando con una realidad en la cual la economía de los peruanos y, en especial de los más pobres, va entrando en una dimensión de descalabro con un incremento espectacular de precios de bienes y servicios y productos de primera necesidad, amén del aumento indetenible del valor del dólar y con éste de los combustibles lo que aumenta el costo del transporte y los precios en general, pero sin incremento de remuneraciones en un mercado laboral demolido por un pésimo manejo de la pandemia y una desatención actual que incrementa la informalidad y la desaparición de más y más puestos de trabajo.
Los ministros son los que hablan una cosa, pero hacen otra. No son técnicos en su sector, sino actores políticos que están trabajando en el copamiento del poder en todos los sectores sin importarles que casi todos estén investigados como parte de una organización criminal, lavado de activos o corrupción. Todo vale para ellos si logran sus objetivos.

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