Congreso en modo autodestrucción
Se ha confirmado al parlamentario acuñista Eduardo Salhuana (Madre de Dios) como un potencial próximo presidente del Congreso y como parte de una lista integrada también por Fuerza Popular, Perú Libre y Avanza País.
Se ha criticado que sea otra vez APP quien lidere la mesa. Pero más la conformación de la misma, en la que incluso reaparece el cerronismo con Waldemar, junto a Patricia Juárez del fujimorismo y Alejandro Cavero de Avanza País. Esta alineación, por supuesto, no responde de ningún modo a un elemento ideológico, sino a diversos factores, entre ellos, a un pretendido, crudo y frío cálculo de la "política real" y su famosa frase del "arte de lo posible". Esto, sin embargo, no está exento de una alta carga de imprudencia y riesgos políticos no menores cuyos efectos ya han ido desplegándose (pos-Castillo) y que impactan más allá de los involucrados. Lo realmente sensato era un alineamiento del centro hacia las derechas pero los fraccionamientos y la competencia desconfiada parecen dominar en estos sectores (incluyendo al "bloque democrático") del espectro político. Por lo pronto se vuelve a dar la oportunidad al cerronismo de mantener influencia en medio del escandaloso caso de su "prófugo" líder Vladimir. ¿Cómo justificará Fuerza Popular y Avanza País ante la opinión pública este renovado y temerario acuerdo político?
El asunto también se plantea con respecto a quien encabezaría la próxima Mesa Directiva. Salhuana ha sido acusado por diversos sectores sociales, políticos y de investigación periodísticos de tener vínculos con la minería ilegal y la tala ilícita de madera. Investigaciones al respecto serán crecientes.
El proceso político de aquí al 2026 implica la posibilidad de serios recalentamientos del sistema de conflictos nacionales y de lo que hemos llamado como una suerte de estanflación política y de desequilibrios continuos. Los problemas de la población (con la crisis de inseguridad como protagonista) se acumulan en medio de una gestión gubernativa muy limitada, mediocre y de cortísimos resultados. Mientras desde los predios parlamentarios altamente heterogéneos y populistas no se ven decisiones adecuadas que empujen soluciones o reformas liberales efectivas y prosistema. Ni qué decir de los casos de corrupción, de la descomposición congresal individual y las complicidades entre muchos de sus miembros. ¿Son conscientes de estos condicionantes los congresistas (al menos los rescatables) que apuestan a una reelección como diputados y senadores en el siguiente Parlamento bicameral?
El Congreso necesita en el tiempo que le resta al menos contener el descrédito y la alta desaprobación ciudadana. Tener como su presidente a un sospechoso (como Salhuana) de nexos con economías ilícitas abona a la progresiva autodestrucción de su imagen institucional.
