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Congreso peruano Bicentenario (II)

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Fecha Publicación: 26/09/2022 - 22:50
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En la primera parte de este artículo, recordé el contexto en el que se instaló hace 200 años -y una semana- el Congreso Constituyente de la joven república peruana.

Pese a los desafíos de una precaria economía y limitado presupuesto público junto a la necesidad de continuar y consolidar la independencia del Perú, el primer Congreso nacional logró en diciembre de 1822 aprobar las bases de la organización estatal. Dichas bases definieron supuestos y principios vigentes hasta hoy, como ser una república unitaria, soberana e independiente y con un solo eje constitucional, con un gobierno representativo emanado de la voluntad popular, basado en el principio de separación de poderes y el respeto a los derechos fundamentales de las personas.

Tal como señalé la semana pasada, los primeros actores de la historia constitucional peruana tuvieron muy claro que el Poder Ejecutivo tenía grandes atribuciones, por lo que previeron sin ambages que los integrantes de ese gran poder resultaran responsables solidarios de todos los actos en que intervinieran como grupo, además de la responsabilidad individual sectorial. También calibraron que correspondía a los miembros del Poder Legislativo, en exclusivo, la potestad de generar normas constitucionales y legales, y de fiscalizar, por lo que previeron la inviolabilidad personal de los legisladores y la exención de toda responsabilidad por sus opiniones. Respecto al Poder Judicial resaltaron su independencia e inamovilidad vitalicia de los jueces, así como la publicidad de los procesos penales. Previsión vital de los constituyentes fue el principio de reserva de la ley para la creación de tributos y para gastarlos.

Han transcurrido dos siglos de vida del Congreso y han estado vigentes once Constituciones previas a la Constitución de 1993, que actualmente nos rige y que es ya la tercera más duradera de la historia constitucional peruana.

El Congreso, pese a ser institución basilar, esencial, para la existencia del Estado peruano, sufre de injusta incomprensión. Cierto que hay yerros y falta de idoneidad de algunos de sus integrantes, sobre todo de quienes irresponsablemente hoy blindan a un presidente de la República probado inepto y presunto corrupto. Sin embargo, creo que la razón principal del desagrado reside en que la propia ciudadanía no está adecuadamente informada, desde las aulas escolares, en la naturaleza de las funciones congresales. Muchos creen, erróneamente, que el Congreso construye colegios, postas médicas, puentes, otorga concesiones, etc. Incluso la publicidad de sus sesiones y de sus debates –que no existe en los otros poderes- le juega en contra.

¡Larga vida al Perú y larga vida al Congreso de la República!

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