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Congreso vetado para hacer reformas constitucionales

Fecha Publicación: 02/02/2020 - 22:20
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Finalmente, Vizcarra nos impuso su capricho: un Congreso de todas las sangres. Y de todo rasero de materia gris. Porque salvo el partido político Acción Popular, el resto se compone mayormente de cacicazgos regionales y/o clubes personalistas capitalinos. Gente sin mayores intereses por el país y, particularmente, con la mirada puesta en la posibilidad de acumular alguna cuota de poder que la coloque en línea de partida para las elecciones generales de 2021. ¡Este es el Legislativo de Vizcarra! Un poder del Estado incapaz de fiscalizar al Ejecutivo -como manda la Carta- por la dispersión del voto que lo caracteriza. Además, sin posibilidad de contribuir al mejoramiento de la gestión de un gobierno que está destruyendo lo poco que logró consolidar este país en materia económica -y en infraestructura- durante la década de oro entre los años 2000 y 2010. ¿La razón? La mediocridad e impericia en la administración de la cosa pública que transpira la mayoría de sus integrantes. Encima hemos dilapidado otros S/300 millones en esta elección congresal adefesiera que solamente nos conduce a más a lo mismo. O incluso a algo peor. Como, por ejemplo, prolongar el viacrucis que soporta la sociedad sometida a una ola delincuencial que ciega vidas, genera heridas indelebles, fuera de asaltar y robar a mansalva. Aunque el presidente Vizcarra arrugue la espalda como si el problema fuese de otro. Pero el ciudadano no solo sufre las consecuencias del monumental crimen organizado, sino que progresivamente se ve afectado por la ralentización de la economía reflejada, sobre todo, en la falta de trabajo. Y por si fuera insuficiente, esta crisis resiente la expectativa del peruano; un agente tradicional y demostradamente emprendedor. Lo confirma nuestro interminable tejido de micro y medianas empresas, generalmente familiares, que se desarrolló en forma exponencial entre los años noventa al dos mil diez. Dinamismo que ahora no solamente ha perdido entusiasmo, sino que se ha apoderado del peruano la desconfianza en arriesgar su vida y patrimonio como premisa para buscarle un mejor nivel de vida a sus herederos. Y esto constituye uno de los factores más riesgosos para el futuro de cualquier país.

Pero destaca un factor que no se restringe a la heterogeneidad del nuevo Congreso. Ocurre que una cuarta parte de los peruanos no votó en estos comicios. Inclusive un 30.5% de los ciudadanos que sí votó en esta ocasión lo hizo por partidos como Apra, PPC, Juntos por el Perú, etc. Vale decir, votaron por partidos que no obtuvieron los votos suficientes para superar la valla del 6%. Por último, los votos en blanco y nulos suman 22% del total emitido. Así que, considerando todo, casi doce millones y medio de peruanos -más de la mitad de la sociedad hábil para votar- no ha sufragado por los legisladores elegidos el pasado domingo. Por tanto, los postulantes que han resultado seleccionados legisladores representan a menos de la mitad de la masa electoral. Concretamente, este Congreso carece del apoyo social mayoritario. Por tanto, amable lector, está incapacitado para ejecutar cambios constitucionales.