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Consecuencias de una ideota

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Fecha Publicación: 09/09/2019 - 21:40
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El intento presidencial de adelanto de elecciones generales ha provocado efectos sorprendentes. El primero, lograr el activo apoyo de toda la izquierda peruana, el de los estudiantes eternos de universidades públicas, el de los líderes regionales antimineros, el de los terroristas emerretistas convertidos en influencers entre nuestra juventud, periodistas de reconocida militancia antifujimorista, e inclusive de profesores universitarios de antiguas y poco disimuladas convicciones marxistas.

Todos están comprometidos con el proyecto de Vizcarra mientras signifique el debilitamiento del régimen democrático y, si es posible, la convocatoria a una asamblea constituyente que modifique los fundamentos del modelo económico que ha permitido el crecimiento sostenido del país, para reemplazarlo por uno que permita el intervencionismo descontrolado de la política en la economía y, con ello, la concentración del poder en el Ejecutivo mediante la consolidación del populismo con amplios bolsones electorales alimentados por subsidios directos, siguiendo el modelo chavista.

El segundo, romper la disciplina del antiguo bloque antifujimorista. Una cosa era debilitar a un partido hegemónico que enfrentó duramente a un complicado Kuczynski, y otra mantener filas en torno a un grupo palaciego empeñado en violar la Constitución para lograr el adelanto de las elecciones, como si esa medida garantizara la aparición de una nueva élite política honesta y experimentada.

Resulta claro para personas capaces como Mercedes Aráoz y para medios responsables como El Comercio, que poner fin al mandato presidencial y al parlamentario fuera de las causales establecidas por la Constitución o la Cuestión de Confianza en materia exclusiva del Poder Constituyente Derivado, resultan peligrosamente inconstitucionales, además que permitirían a cualquier mayoría parlamentaria en el futuro reducir el mandato presidencial por pura conveniencia política.

El tercero ha sido desnudar la frágil convicción democrática de nuestra sociedad. En el fondo, nos seduce la idea de un líder providencial que solucione nuestros problemas. No siempre defendemos al Imperio del Derecho sobre el voluntarismo que nos gusta. Si un proyecto es convenientemente publicitado y resulta perjudicial a los congresistas que detestamos, podemos suscribir cualquier interpretación constitucional que lo apuntale.

Aproximadamente la mitad de peruanos condiciona sus convicciones a sus simpatías y desagrados. A eso apuesta el populismo de todas las épocas y de todas las sociedades. La mayoría de alemanes estuvo de acuerdo con que Hitler acumulara poder, en tanto les ofreciera una Gran Alemania y los salvara de los comunistas; muchos de los venezolanos que migran absolutamente empobrecidos votaron por Maduro y aún idolatran a Chávez.