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Constitución, treinta años

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Fecha Publicación: 07/08/2023 - 21:30
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La Constitución de 1993 es el texto fundamental que nos rige, pero también el título de un libro de análisis (artículo por artículo) del texto fundamental que escribió hace muchos años Enrique Bernales con el hoy presidente del Consejo de Ministros, Alberto Otárola. Fueron muchas ediciones y Bernales invitó a este columnista a elaborar el libro en su edición de 2013, lo llamaríamos: La Constitución de 1993: veinte años después (Idemsa, 2013).

Uno de los análisis esenciales fue el del régimen económico. No me cabía duda de que había una explicación liberal del éxito económico de los últimos veinte años a partir de los candados colocados contra el populismo por una Constitución que demostró (como la Constitución de Alberdi en Argentina) que un texto fundamental que garantice la libertad y seguridad económica sí influye en el crecimiento (que me perdonen los constituyentes del 79).

El enorme déficit creado por las empresas públicas del velascato, la incertidumbre legal y el despilfarro del primer gobierno aprista no podrían reeditarse con la Constitución de 1993, un dique lo bastante poderoso para asegurar el clima de inversiones que el Perú necesita para crecer. Celebramos los veinte años de esa manera porque sabíamos que la ingeniería constitucional económica de 1993 le haría difícil el camino a cualquier dictadorzuelo radical de izquierda que quisiera pervertir el Estado.

Una lástima que la voz de Bernales ya no estuviera cuando se trataba de rebatir a Vladimir Cerrón, Aníbal Torres y a su monigote Castillo. Faltaba su argumentación como la de Carlos Torres y Torres Lara. ¡Cuánto extrañan los escaños constitucionalistas de ese calibre!

Según Bernales, el problema en el Perú es que la gente no sabe para qué sirve la Constitución. De mi parte, asumí que el déficit de una cultura constitucional nos iba a colocar alguna vez en una situación peligrosa, cuando algún castrista llegara al poder y pretendiera crear una corriente de opinión a través de la persuasión constitucional, que tendría más de perversión y menos de constitucional cuando detrás solo nos esconde el infierno totalitario.

La Constitución se creó teleológicamente para la libertad (en su parte dogmática y orgánica), el constitucionalismo y los derechos humanos son conquistas liberales. Si su garantismo liberal genera confianza a la inversión será una Constitución para defenderse. Una pena que a Bernales no le alcanzara la vida para un libro por los treinta años. Que sean muchos más.

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