¡Controversia! ¿Democracia paritaria o meritocracia?
Suelo compartir muchos minutos en las aulas con jóvenes universitarios, en la que la interlocución reflexiva se desliza con emoción, cordura y democracia. Parte de ese proceso de enseñanza-aprendizaje gira en torno a una gran realidad, aquella que le resulta de interés para su futuro: la empleabilidad para progresar en su vida profesional.
Varones y mujeres opinan, analizan y emiten sus puntos de vista. Son jóvenes que en promedio alcanzan los veinte años y ya conocen cómo funciona el sistema en nuestro país. Se esfuerzan y trabajan académicamente, pensando en que pronto serán parte de la Población Económica Activa y -¿por qué no?- del aparato productivo del estado.
Desde esa perspectiva, y considerando la participación de la mujer en el sistema democrático, ello resulta relevante e importante tratar. Las cifras del INEI del 2017, indican que con una población de más de 31 millones de habitantes, en el Perú, el 50.8 % son mujeres y el 49.2 % son hombres.
Esto trae a colación la reciente renovación del gabinete ministerial, en la que para los responsables del quehacer público, el mecanismo de la paridad en el Estado, parece resultar la mejor solución a los graves problemas del país. ¡Totalmente equivocados!
La ‘gobernanza’ (léase eficacia y calidad), en nuestro país, se centra en el marketing, la encuestología y la opinología (también en los compadrazgos y padrinazgos). Prima la improvisación e imposición de intereses mezquinos que no conducen al camino correcto del desarrollo. ¡La meritocracia no existe, ni tampoco existió!
La paridad puede estar bien; más aún, cuando es tendencia mundial regulada por los convenios promovidos por la ONU. Otorgar privilegio a las mujeres para participar en equidad de poder con los hombres, constituye un hecho relevante. ¡Es cierto!
Y es que la “democracia paritaria” ha venido desarrollándose en base a fundamentos acuñados en documentos internacionales como la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer y la Cumbre Mujeres al Poder.
Aducen sus propulsores que “la igualdad formal e informal de mujeres y hombres es un derecho humano fundamental y que la igualdad requiere paridad en la representación y administración de las Naciones. (…)”.
Sin embargo, aquellos argumentos favorables a dicha paridad, no son garantía de un país próspero y competitivo como el que busca y pretende el Perú. Un país desarrollado es aquél que mantiene un alto nivel de vida con gran desarrollo humano; aquél cuyo índice toma en cuenta la riqueza y la educación; además, de otros indicadores como lo que el Fondo Monetario Internacional (FMI) establece.
En medio de esta controversia es oportuno preguntarse, ¿la democracia paritaria es garantía de desarrollo para países como el nuestro?, ¿la educación y la meritocracia no son prioridad para el Estado?, ¿cuál es el futuro de los jóvenes que acuden a formarse en una universidad?, ¿quiénes y desde qué óptica gobiernan el país?
Nuestros gobernantes deben promover y entender que a un cargo público –en cualquier nivel- se llega por ser mejor, no por ser varón o mujer. Y, aunque a los promotores de la democracia paritaria les resulte ‘ofensivo’ (llamando machistas, quizá), deben saber que la meritocracia es la que sabrá resolver los grandes problemas del país. No es cuestión de género, sino de capacidad.
Mg. Herless Carrión Portilla, /Periodista de Investigación y Docente Universitario