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Contundente lección de diplomacia

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Fecha Publicación: 22/09/2024 - 23:00
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Resulta no solamente vulgar, sino atentatorio contra las buenas relaciones diplomáticas -que deben regir entre la comunidad de naciones- calificar a un país ajeno según la valoración de alguno de sus gobernantes. Este escriba tampoco debe -aunque sí podría, eso sí, a costa de perder predicamento ante sus lectores- considerar que, por ejemplo, el Reino Unido es un país totalitario por las razones que fuere, o que Venezuela es una nación democrática. Hay situaciones evidentes que no permiten transgredir la verdad. ¡Y hay que respetarlas, pese a quien le pese!
Este comentario viene a cuento a raíz de la impertinencia cometida por el presidente de Chile, Gabriel Boric, al ordenar a funcionarios diplomáticos de su Cancillería abstenerse de firmar en los libros de condolencias dispuestos por la Cancillería peruana, a raíz del fallecimiento del expresidente Alberto Fujimori. Es evidente que el mandatario del vecino país profesa -escrupulosamente- el credo comunista, y que, igualmente, el desaparecido presidente del Perú pensaba en las antípodas del chileno. Pero aquello no es óbice para que la muerte del jefe de Estado de un país vecino, como el Perú, sea ignorada por razones personales de quien, momentáneamente, se encuentra gobernando Chile.
Existe algo en el mundo que se llama el código diplomático, que obliga a las naciones a respetar las formas en resguardo del interés entre los países, fundamentalmente si estos resultan ser vecinos.
Por eso aplaudimos la intervención de don Hernán Felipe Errázuriz, abogado, diplomático, además de señero político chileno, que ocupó el cargo de ministro de Estado en carteras como Relaciones Exteriores, Secretario (así denominan en Chile a los ministros) General de Gobierno e, igualmente, Secretario de Minería durante el régimen de Augusto Pinochet. Asimismo, ocupó la presidencia del Banco Central de Chile y fue embajador de dicha nación ante los Estados Unidos. Errázuriz deplora -en alturado comentario periodístico- “la agraviante instrucción del mandatario Boric”, pues “se contrapone con el respeto por las decisiones internas y buenas relaciones con gobiernos de países vecinos.” Y agrega que aquello “causa extrañeza por la limitada autoridad del firmante para ordenar a embajadores y funcionarios, de nivel superior al suyo, decidir sobre un delicado tema”, precisando que el presidente Boric “desconoce la excepcional contribución de Alberto Fujimori a las relaciones entre Chile y Perú. Fueron el expresidente peruano Alberto Fujimori y el expresidente chileno Eduardo Frei quienes lograron el íntegro cumplimiento de cláusulas pendientes de ejecución del Tratado de 1929, que puso fin al diferendo sobre la soberanía de Tacna y Arica.”
El presidente Boric -confeso comunista- debiera recordar que Juan Velasco Alvarado, dictador golpista peruano -rodeado de un séquito ultramarxista- fue quien intentó declararle la guerra a Chile con el fin de afirmar políticamente su, en ese momento, tambaleante situación política. Por suerte, fracasó en el intento y, consecuentemente, al poco tiempo dejó de ser presidente espurio del Perú.
Las personas pasan; los países quedan, presidente Boric. Reserve para mejor ocasión sus fobias políticas, y recuerde aquella lección de diplomacia que ha recibido de don Hernán Felipe Errázuriz.

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