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Convidados de piedra en la Antártida

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Fecha Publicación: 28/08/2020 - 20:00
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Las normas internacionales dictan que el aprovechamiento de recursos pesqueros compartidos debe estar orientado por acuerdos bilaterales o multilaterales que propendan a la conservación y uso sostenible de las especies de interés. Las organizaciones regionales de ordenación pesquera (OROP) constituyen el foro por excelencia para ese menester.
Muchos países han llegado tarde al reparto de derechos de pesca en las OROP. Son oportunidades que se pierden de manera prácticamente irremediable, a menos que se implemente una clara estrategia de Estado para revertir tal situación, máxime si se trata de países ribereños o con derechos irrenunciables a los recursos naturales administrados por esas organizaciones.

En la Comisión Interamericana del Atún Tropical (CIAT), el Perú también llegó extemporáneamente a la asignación de derechos de pesca para buques de cerco, , disponiendo desde 2002 de apenas 3,195 m3 de volumen de bodega. En 2008, el Perú pudo iniciar un proceso para aumentar esa capacidad en 5,000 m3 más, mediante una estrategia clara que aprovechaba las reservas de derechos hechos en una nota al pie de la Resolución sobre la capacidad de la flota atunera operando en el Pacífico oriental. Con un desarrollo en 2 fases, se logró aumentar el volumen de bodega en 2011 dentro de nuestro dominio marítimo y en 2014 para toda el área de la CIAT.

En la OROP del Pacífico Sur (OROP-PS), a pesar de haber estado desde la etapa previa a la creación del organismo, nuestra cuota de pesca de jurel es apenas 13,793 toneladas (2% del total) frente a Chile que dispone de más de 439 mil (64.5%), China 43 mil, Unión Europea 41 mil y Vanuatu 31 mil toneladas, a pesar que el Perú es 100 veces más grande y 120 veces más poblado que este último. Algo nos falló.

Nuestro país forma parte del Tratado Antártico en el cual hizo una reserva de sus derechos de territorio sustentado en el principio de defrontación e influencia antártica en su clima, ecología y biología marina, así como por su continuidad geológica e histórica. Recordemos que el virrey del Perú, Luis de Velasco y Castilla, ordenó en 1603 la expedición hacia el sur del Pacífico que habría llegado por primera vez a la “Terra Australis Ignota” y que Túpac Amaru se proclamó soberano del Virreinato del Perú, así como de la Antártida, “un continente del mar del Sur”.

Sin embargo, integramos la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA), pero no se ha sabido aprovechar las oportunidades para adquirir derechos dentro de ella. Nuevas oportunidades perdidas serían la pesca del kril antártico, la austromerluza, el draco rayado y otros regulados por la citada organización.

No todas las Partes Contratantes de la CCRVMA son iguales. Los 25 Estados miembros (Chile, Brasil, Argentina y Uruguay en la región) son los únicos en participar en los procesos decisorios. El Perú tiene el estatus jurídico de “adherente”, igual que otros 10 Estados con facultades para interesarse por los trabajos de la Comisión, sin derecho a participar en la toma de decisiones, pero obligado al cumplimiento total de lo que se decida.

Resulta paradójico que nuestro país, que ha invocado siempre derechos sobre esta región, sea un tímido convidado de piedra en una mesa en la que otros se sirven. Este es el tipo de organizaciones en las que deberíamos ser más activos y tener una presencia que haga justicia a nuestra historia y derechos inalienables. ¿Se oye Cancillería?