ÚLTIMA HORA
PUBLICIDAD

Convivencia forzosa

Imagen
Fecha Publicación: 07/11/2020 - 22:10
Escucha esta nota

A pocas horas de la comparecencia de Martín Vizcarra ante el pleno del Congreso para responder las imputaciones a su persona que sustentan un segundo pedido de vacancia, muchos nos preguntamos qué hace tan fácil a ciertos opinólogos ser tolerantes con preservarlo en la jefatura del Estado, pese al concurso de motivos por los cuales debería someterse a las pesquisas del Ministerio Público desde su casa y no Palacio de Gobierno.

Tal sector de la opinología responde con argumentos variados y atendibles: 1) la pandemia y la crisis económica obligan a evitar la incertidumbre con un súbito cambio de gobierno, menos aún cuando ya están convocadas las elecciones generales del 2021 y el proceso está en marcha; 2) que lo sometan a proceso judicial luego del 28 de julio del próximo año, cuando termine su gestión; y 3) una eventual presidencia de la República del titular del Congreso, Manuel Merino, sí redireccionaría los comicios generales hacia una fecha incierta y permitiría reacomodos de los grupos representados en el Parlamento para no perder privilegios.

Empiezo descartando esta última razón porque forma parte de una interesada cortina de humo fabricada por Vizcarra a partir del diálogo que sostuvo con un grupo de congresistas hace varios meses, en el cual le plantearon la interrogante de una posible postergación de las elecciones debido a la expansión del Covid-19 en nuestro país, pero sin manifestar convicción política de hacerlo. Si hubiera sido así, veríamos hoy al Legislativo en campaña para lograrlo.

Los otros fundamentos chocan aparatosamente contra una realidad incontrastable que esta última semana ha tenido manifestaciones flagrantes: el mal uso y abuso del poder que Vizcarra ejecuta para salvar el pellejo, ya sin rubor alguno.

La primera fue su negativa a acudir a la cita del fiscal Germán Juárez, apelando a una sospechosa negación de la competencia de éste y del equipo especial Lava Jato para investigarlo, aparentemente promovida por la fiscal de la Nación Zoraida Ávalos. La misma doctora Ávalos tuvo que rechazar tal atribución respondiendo una consulta explícita de Vizcarra sobre la materia. Juárez ha vuelto a citar de grado o fuerza al Presidente.

La segunda el reglaje que un equipo de la PNP estuvo haciendo al colaborador eficaz que ha denunciado a Vizcarra por las coimas en determinadas obras ejecutadas en Moquegua cuando fue gobernador. Y tercero, el trascendido (bastante intencional) de un vínculo de Rafael Vela, jefe del equipo Lava Jato, con la denominada organización criminal Cuellos Blancos del Puerto. Ello por concurrir a un acto social en homenaje a uno de sus supuestos integrantes quien –según se supo ayer– había sido amigo del padre de Vela y éste decidió asistir por cortesía.

Pese a todo esto, pregunto: ¿Se justifica, sin mayor dilema, una convivencia forzosa con un presidente mentiroso, manipulador y taimado hasta el 28 de julio de 2021?