Coronavirus: sin tanto dengue
Aunque es evidente que no estoy en condiciones de pontificar sobre la epidemia o pandemia de la más reciente variedad del coronavirus, está claro que hasta ahora las cifras no parecen acompañar la definición de pandemia aunque su extensión internacional ha servido para universalizarlo como un peligro inminente para millones de seres humanos creando, en muchos casos, un verdadero pánico.
En China las cifras son claras: la provincia de Hubei, foco de la epidemia, acumula el 84 por ciento de los casos y el 96 por ciento de las muertes acaecidas en ese país como consecuencia del coronavirus. Y estamos hablando de 2,794 muertos en todo China, de los cuales 2,682 en Hubei con sólo 112 en el resto del país y, ojo, una espiral ascendente de casos curados con 36,117 personas dadas de alta.
En un mundo globalizado es muy difícil evitar que una epidemia se convierta eventualmente en pandemia cuando se extiende eventualmente fuera de las fronteras de la nación de origen. Pero, en este caso, la impresión que queda es que si en un país de 1,400 millones de habitantes sólo hay 2794 fallecidos (0.0001995 por ciento) y el 96 por ciento está focalizado en una sola provincia -por más extensa y poblada que ésta sea- no nos encontramos precisamente ante una pandemia y, en cambio, se está desatando un temor de impredecibles consecuencias que, por lo pronto, ya afecta la economía mundial con centenares de contenedores varados en los puertos chinos y una fuerte revaluación del dólar.
No se trata tampoco de restar importancia al fenómeno pero sí de tomar las medidas preventivas correspondientes no en el marco, repito, del pánico sino de una reacción adecuada que, por lo pronto, ya está mostrando las deficiencias del sistema de salud de nuestro país el mismo que tiene una asignación de S/ 6.85 por persona por mes en el SIS, con la cual difícilmente se puede enfrentar cualquier epidemia.
En el Perú, entretanto, el dengue sigue creciendo mientras que, en la provincia de Condorcanqui, se estima que un 25 por ciento de la población tiene sida. Y, sobre estas dos epidemias, no veo noticias alarmantes, aunque sí deberían alarmarnos con mucho mayor razón que el coronavirus, que ya fue frenado, en otra variedad, el 2002 y sin tanto dengue.
Lo que sí es preocupante es si las autoridades pueden realmente actuar con eficacia frente a este tipo de amenazas cuando, hasta la saciedad, se han comprobado las deficiencias de un sistema de salud plagado de incapacidad y corrupción.
¡Tenemos que fiscalizarlo!
(*) Presidente de Perú Nación
Presidente del Consejo por la Paz
