Corpus Christi: Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo
Queridos hermanos, nos encontramos ante la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo, es la festividad del Corpus Christi. ¿Qué nos dice la Palabra de Dios en este día? La primera lectura es del libro del Génesis y nos muestra la oración del sacerdote Melquisedec: “Bendito sea Abraham por el Dios altísimo, creador de cielo y tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado tus enemigos”.
Esta Palabra nos demuestra que Dios nos libra de nuestros pecados y enemigos, a través de la oración continua. Alcemos la voz a Dios y vendrá en nuestro auxilio. Y cuando Abraham le da el décimo de “cada cosa”, el diezmo, reconoce la bendición de Dios sobre él. Respondemos a esta lectura con el salmo 109: “Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec. Oráculo del Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, y haré de tus enemigos estrado de tus pies.
Desde Sión extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos”. Comiendo el Cuerpo de Cristo y bebiendo su Sangre, nuestros enemigos y pecados caerán. Hemos sido hechos hijos de Dios a través del bautismo, y como hijos estamos llamados a invocar su nombre, como a un padre. Clamemos a Él, reconciliémonos con nuestros prójimos y enemigos, a través del Sacramento de la Penitencia y veremos el poder de Dios sobre nuestras vidas. La carta de San pablo a los Corintios, en la segunda lectura, nos dice: “Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía”. Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: “Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía”. Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Hermanos, Cristo es el pan vivo bajado del Cielo, el que come de su Cuerpo y de su Sangre experimenta la vida eterna y es lo que nos anuncian también el Evangelio de San Lucas: “En aquel tiempo, Jesús se puso a hablar al gentío del reino de Dios y curó a los que lo necesitaban. Caía la tarde, y los Doce se le acercaron a decirle: “Despide a la gente; que vayan a las aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí estamos en descampado”. Él les contestó: “Dadles vosotros de comer”. Nosotros, los cristianos, tenemos la misión de dar de comer a esta generación que tiene hambre de felicidad y sed de vida.
“Ellos replicaron: “No tenemos más que cinco panes y dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío”. Es interesante notar, que los cinco panes representan los cinco libros de la Escritura y los peces la presencia misa de Jesús, la cantidad de hombres representa a la humanidad que hoy se encuentra hambrienta. Esta Palabra está vigente, la vivimos hoy. ¡Demos de comer a aquellos que tienen hambre! El alimento es Cristo, su Palabra a través de nuestra predicación; así saciaremos a la gente. “Porque eran unos cinco mil hombres. Jesús dijo a sus discípulos: “Decidles que se echen en grupos de unos cincuenta”.
Lo hicieron así, y todos se echaron. Él, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente”. Jesús sube su mirada al Cielo, para invocar el nombre del Señor y es a lo que estamos llamados, a través de esto invocamos su poder y Él es capaz de saciar el hambre que posee el hombre. “Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce cestos”, este es el signo de la Iglesia y muestra de su poder. Dios tiene el poder se saciar el vacío que experimenta el hombre. Que el Espíritu de Jesús habite en medios de nosotros y que la bendición de Dios esté con ustedes.