Corren malos tiempos
Los partidos políticos, que técnicamente constituyen el eslabón principal a través del cual las democracias agregan las demandas y las transforman en decisiones colectivas, están muy desprestigiados. Las próximas elecciones demuestran los frágiles que son, incapaces de presentar listas con candidatos intachables, representativos y unidos por una ideología común. Ahora solo se piensa en los votos, en las curules, en la fuerza que da el número, indistintamente de la calidad de personas que integren la bancada. Los políticos de hoy no tienen ningún problema en ignorar los conceptos y opiniones incómodas. Hace algún tiempo, eran más rigurosos, el desempeño los obligaba a lidiar con puntos de vista adversos, hoy se aíslan y tratan de cancelar a los adversarios, de desaparecerlos, el perdón y las nuevas oportunidades han dejado de existir.
Antes, quizás hace décadas, el planteamiento era distinto; se pensaba que se ganaría votos haciendo las cosas bien y dejando legados importantes al país. Hoy son organizaciones caudillistas para tomar el poder y usufructuarlo al máximo. Se vive el momento y por ello hay tanta rotación de simpatizantes y candidatos que se cambian de camiseta con una facilidad pasmosa. Esta debilidad institucional es la mejor aliada de la corrupción.
Es una guerra a muerte donde todo vale, que tiene como respaldo al ciudadano del siglo XXI, aquel que reacciona con violencia ante el cuestionamiento de sus creencias y convicciones, que no soporta que nadie lo contradiga ni que le haga ver que la vida es la suma e incluso la contraposición de diversas ópticas. ¡Intolerante y dueño de la verdad!
A más inri, en el Perú ni siquiera tenemos caudillos de verdad, son simples aprendices, advenedizos como el actual presidente de facto que no solo es el anticarisma, sino que se distingue por su vergonzoso doble rasero: condenar la podredumbre ajena, haciéndose el desentendido cuando le toca, cuando se destapa todo su negro historial como GR de Moquegua. Las portadas de El Comercio y el breve pero efectivo cambio de chip de los robots informativos de canal N, han dejado secuela – tremendo chantaje para lograr el retraso de apagón tecnológico– pero señor Vizcarra, recuerde que no hay crimen perfecto y que tarde o temprano, la verdad lo arrastrará. Ni siquiera le quedará el favor popular por haber dejado obra; esos hospitales de Solidaridad que le dieron oxígeno a Castañeda, o los puentes, caminos y colegios que perennizaron a Fujimori. Usted, solo discursos y contradicciones.
Hay ilusos que creen que el próximo Congreso será un equipo de estrellas de altísima calidad. Si salen electos los 19 congresistas del periodo anterior o candidatos con experiencia parlamentaria (lo cual es muy probable), habremos confirmado que el congresista perfecto no existe ni aparece por generación espontánea y que la gente prefiere votar por el malo conocido a nuevas sorpresas. Lo único que se habrá logrado es quebrar la mayoría de Fuerza Popular, pero a un costo inmenso e innecesario para el país.