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«Correrán ríos de sangre…»

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Fecha Publicación: 11/04/2024 - 23:00
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Las izquierdas andina y criolla permanecen empantanadas en el lodazal de sus complejos, azuzadas por el odio de clase y, sobre todo, la innata violencia que le es característica. De allí la crueldad de sendero luminoso, su aún portaestandarte en cuanta oportunidad tiene para manifestarse. Es evidente que esa tara resurge tras la cuestionada elección de Pedro Castillo, cuando este país pudo comprender la magnitud del rencor socialista; y, sobre todo, la dimensión con que se manifiesta en aquel estrato social. Paradigma de semejante realidad es el impresentable Aníbal Torres Vásquez, sujeto innatamente violento, malo y peligroso, quien fungió nada menos que de primer ministro del golpista, ágrafo, corrupto Pedro Castillo, siendo en realidad mentor de maldades del inquilino de palacio de gobierno: antes que un ponderado consejero, acorde con tantos años como los que lleva encima, aunque sin haberlos sabido aprovechar para ser una mejor persona; sino todo lo contrario. Este envilecido mal peruano tuvo el atrevimiento de transformarse en promotor del más pervertido, el más recóndito, y el más salvaje de los rencores, pregonando por calles y plazas una prédica asesina de sangre y muerte, como única solución para que la sociedad peruana solucione sus atávicos problemas. Tanto que su predilecto sermón era “En este país correrán ríos de sangre”. Arenga que repetía, como idiota, cada vez que abría la boca. Igual sucedió cuando balbuceaba palabras en medio de uno de esos cenáculos de exaltación al terrorismo bautizados por él cómo “consejos descentralizados de ministros”, exaltando los valores del genocida alemán Adolfo Hitler, alegando que “convirtió a Alemania en potencia económica mundial llenándola de carreteras y aeropuertos” (¿?). Un clásico orate, admirador de genocidas como Hitler y apasionado apologista de abimael guzmán, que fuera primer ministro peruano. ¿Qué más puede esperarse de quien dice imbecilidades, blasfemias, imprecaciones?
Obviamente, como no podría haber sido de otra forma, el miércoles en el Congreso la izquierda boba le salvó de ser suspendido para ejercer cargo público por espacio de diez años, votando en contra de una sólida moción y/o apelando a la idiotez de abstenerse para conseguirlo.

Como todo izquierdista sinvergüenza, Torres Vásquez aprovechó el momento para explayarse. “¿Me van a inhabilitar por diez años por criticar resoluciones judiciales? ¿Por ejercer un derecho constitucional que está reconocido allí en la Constitución?” Los congresistas debieron suspender ese y cualquier otro derecho a este infeliz sujeto, que pretende retrotraer al Perú al tiempo del terrorismo, la metralla, la sangre y muerte. Esto lo procuraba desde sus entrañas ese envilecido sujeto, quien tuvo la osadía de ser primer ministro del ladrón, golpista y analfabeto Pedro Castillo, a quien no dudó un instante en servirle como chulillo escribiéndole el discurso que leyó el ágrafo para provocar un golpe de Estado. Allí la izquierda también salvó a Aníbal Torres a través de quien fungió de abogado suyo, el comunista Duberlí Rodríguez, ex presidente de la corte Suprema, quien maniobró para evitar que el poder Judicial lo involucre en el golpe que, evidentemente él, personalísimamente, incitó.

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