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Costos de la reconstrucción

Fecha Publicación: 24/06/2020 - 21:30
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Es ya más que evidente que el Gobierno no tiene capacidad de autocrítica. Ha manejado tan mal la crisis del Covid-19, cuyo virus se ha vuelto en su itinerancia, más peligroso que al inicio, porque se desplaza hacia diversos sectores del país como Arequipa, con mucha fuerza, no constituyendo ya una alternativa válida el aislamiento absoluto cuando la gente, empobrecida al extremo y con el hambre corroyéndole las entrañas, ha comenzado a tomar las calles y romper la cuarentena mostrándonos la triste realidad de un incremento desmesurado de la informalidad porque ni el sector privado puede resistir tanto tiempo inactivo, sin ingresos y sin producción y la gente sin trabajo y sin dinero, en un altísimo porcentaje de la población económicamente activa, está casi en la total insolvencia.

Ante este escenario, cualquier gobierno asume la responsabilidad de los costos de un ineficiente manejo de la crisis, porque ha pulverizado nuestras reservas, ha provocado una caída espectacular el producto bruto interno que muchos economistas califican de catastrófico, calculando en muchos años el tiempo de recuperación; pero, además, el Gobierno ha sobreendeudado al Estado en un momento en que ni impulsó inversiones ni desarrolló una política productiva de manera coherente, tanto así que desde todos los sectores se exige subsidios para el inicio de actividades de producción así como para la prestación de servicios. La corrupción en esta gestión de crisis ha sido tan groseramente desatada para enriquecer a funcionarios desalmados a costa de la muerte de otros peruanos.

En vez de mostrar un rostro más humilde y mostrarnos un balance real de todos los factores enumerados en los párrafos precedentes, el Gobierno está haciendo gala de una soberbia desbordada en lo que concibe como una conducción antivirus como la más brillante de la región y tal vez del planeta y no siendo eso una realidad, está provocando una grave confrontación contra sus críticos a quienes trata como enemigos, cuando en tiempos de dificultades, todas las opiniones tienen su lado bueno y su lado malo, pero todas deben ser analizadas para encontrar los puntos de concordancia para actuar de modo coherente y en plena unión nacional.

Como nos hemos acostumbrado a actuar como el cangrejo, el Gobierno está haciendo hoy lo que debió hacer desde el inicio, pero ya no es tiempo de llorar sobre mojado, sino exigir que el Presidente nos diga el modo y forma en que superaremos esta crisis económica porque no deseamos otro shock como el del 92.