Covid-19: Primeras lecciones aprendidas
Tres grandes lecciones nos dejan estos primeros 15 días de aislamiento social dictado por el gobierno en todo el país. Tres líneas de trabajo muy claras, hacia donde tendremos que enfocar la nueva organización social que construyamos post coronavirus, con el objetivo de estar mucho mejor preparados ante eventos catastróficos como el que hoy vivimos combatiendo al Covid-19, y aprovechar las oportunidades de desarrollo que genere el nuevo orden mundial.
Una línea de trabajo será -sin duda- la profesionalización de la gerencia en el ámbito público. La elección de un cuerpo de tecnócratas de confianza propuesto por cada gobierno al mando de las instituciones públicas no debería estar divorciado, como ocurre hoy en día, con la calidad y eficacia de gestión que deben garantizar este equipo burocrático.
Resulta contradictorio que, en una misma semana tengamos, por ejemplo, al presidente de la República y al ministro de Salud pidiendo que nadie salga a las calles, en especial los adultos mayores, y al mismo tiempo tengamos a la ministra de Desarrollo e Inclusión Social promoviendo la salida de pobres y pobres extremos (en su mayoría adultos mayores) en masa a las calles, generando interminables colas en toda la ciudad de Lima para cobrar su bono de 380 soles.
Estas dificultades que tienen el MIDIS y otros sectores productivos para identificar a los actores que recaen sobre su zona de influencia, nos lleva a otra línea de trabajo que tendremos que afrontar sin demora: la formalización de nuestros ciudadanos. Sabemos que la “ilegalidad”, que otros prefieren camuflar con el concepto de “informalidad”, es el resultado de un Estado ineficiente y una economía excluyente, incapaces de incorporar a una masa de actores productivos al sistema. Ellos no son los únicos culpables de operar fuera de las normas.
Al salir de la cuarentena, sin embargo, formalizarlos será una prioridad nacional, de manera que al menos el Estado tenga una base actualizada, que nos diga la realidad social y económica de cada persona que habita nuestro territorio. Algunos dirán que esto pondría en riesgo la privacidad y libertad individual. Seguro, pero mientras existan Estados-Nación como fundamento de nuestra organización social, pues tendrán que cumplir el rol para el cual fueron creados. No serán los mismos que ayer, pero seguirán siendo el principal referente del manejo del poder en el orden mundial.
La integración de datos ciudadanos nos lleva, por cierto, a otra línea de trabajo que también debemos impulsar: una agresiva transformación digital de las plataformas de atención e intercambio. Ya transforman comercio y servicios (e-comerce y telecomunicaciones) y hacen lo propio con salud (teleconsultas y telemedicina) y educación (clases virtuales con alumnos en casa). Muy pronto se convertirán en moneda corriente y servirán para reducir brechas y déficits físicos.
Si el shock de inversión que impulse el Gobierno en las próximas semanas para reactivar la economía del país, no implementa estas tres líneas de trabajo en forma simultánea, solo será un incremento más de dinero malgastado en el presupuesto público.