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Criminal descuido en Chancay

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Fecha Publicación: 15/02/2025 - 23:00
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Lamentablemente, ocurrió una nueva tragedia que era previsible. Aunque, gracias a Dios —no a la lógica de las cosas—, su magnitud no alcanzó las dimensiones que pudo haber tenido.
Al filo de la medianoche, un ómnibus de pasajeros, seguido de un auto particular, ingresaron al puente Chancay en el tramo Norte-Sur. El puente no resistió semejante peso y ambos vehículos terminaron desbarrancados en el caudaloso río Chancay. Murieron dos personas y treinta y ocho quedaron heridas.
Este doloroso saldo ha ocurrido por descuido de las autoridades —en este caso, del ministro de Transportes, Raúl Pérez Reyes— y de la concesionaria Norvial, cuyo socio es Aena (Graña y Montero, bajo otra denominación), encargada y responsable de ese tramo carretero.
La Fiscalía Provincial Penal Corporativa de Huaral, encargada de este caso, tiene a dos claros responsables al frente: la concesionaria Norvial —contractualmente obligada a mantener la Carretera Norte en perfecto estado (no como solían ser nuestros caminos antes de concesionar, porque, precisamente, para ello este país optó por aquel mecanismo, cobrándole a los usuarios por su uso)— y el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, actualmente responsable de supervisar a la concesionaria.
Encima de ambos está la justicia, que suele actuar como perverso o asequible árbitro, según las dimensiones del bolsillo del autor —directo o indirecto— del crimen. En este caso, el puente Chancay, con una antigüedad de sesenta años, forma parte de la concesión otorgada a Norvial, uno de cuyos socios es Graña y Montero, actualmente llamada Aena, cuyo anterior capo, José Alejandro Graña Miró Quesada, hoy sería accionista de Norvial vía interpósitas personas.
La justicia peruana sabe que este sujeto está habituado a sacarle la vuelta y estafar al Estado, como él mismo confesó para evitar la larga carcelería que le esperaba.
Por otra parte, está un ministro sin rumbo, como Raúl Pérez Reyes, acostumbrado a esquivar los problemas que crea su ineptitud, pues no movió un dedo para obligar a Norvial (Graña MQ) a revisar profundamente el desgaste soportado por el puente Chancay, tras haber transitado sobre él miles de camiones portando descomunales rocas destinadas a servir de defensa estructural del puerto de Chancay.
Todos ellos deberán presentarse al juzgado a responder por qué no exigieron a Norvial que examine rigurosamente las estructuras del puente, como responsable del contrato de concesión para un servicio que pone en riesgo nada menos que la vida del usuario, en lugar de limitarse a pintarlo para aparentar haberle brindado mantenimiento completo.
Basta de cacicazgos, padrinazgos y prepotencias que acaban con la vida de inocentes peruanos, sin que la ilusamente llamada “justicia” peruana sancione de manera ejemplar a los culpables de lo que, en cualquier otro país, son crímenes severamente penados.
En este caso, resulta más que evidente que el puente Chancay no fue sometido a un estudio severo, pese a que tanto el ministerio como la concesionaria eran conscientes del excesivo peso que había soportado durante dos o más años por el tránsito de camiones cargados con inmensas rocas destinadas al puerto de Chancay.
¡Pero no lo hicieron!

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