Crisis en la educación y la cultura política
La inestabilidad en el ejercicio del cargo de los titulares ministeriales, sin ninguna duda, produce un efecto negativo en la materia a su cargo. Situación ésta que se viene generando en el sector educación donde, en el lapso de seis meses de gobierno del profesor Castillo vamos a tener tres personas que han ocupado la referida cartera ministerial. Incluso, hasta el momento en el que se prepara esta artículo no se conoce quién será el tercer ministro de Educación.
Los dos primeros. Juan Cadillo León y Carlos Gallardo Gómez, cuyas salidas se motivaron por razones que son de conocimiento público y, por lo tanto, es innecesario detenernos en analizarlas, nos permite reflexionar sobre las consecuencias que se pueden derivar por el corto tiempo en la gestión.
No deja de ser importante y necesaria darle atención a la estabilidad laboral de los trabajadores de la educación y a la defensa de sus derechos a través de la labor sindical pero, si se revisan las declaraciones del recientemente ministro censurado, nos encontramos que ese ha sido el contenido temático de sus intervenciones públicas y nada, o casi nada, se ha dicho de cómo mejorar la enseñanza de los educandos en todos los niveles, comenzando por los contenidos curriculares, sobre los cuales, en el transcurrir de los tiempos, se han venido modificando, introduciendo conceptos y declaraciones ideológicas que los padres de familia no entienden y los estudiantes desconocen.
En resumen, este es el escenario que presenta nuestra educación en el Perú, y que es el resultado de la política educativa que se ha desarrollado en estos últimos lustros y que la actual gestión gubernamental, lamentablemente, no encuentra un camino distinto para conducirse.
Frente a los resultados electorales de estos últimos quinquenios, en los centros educativos, en las empresas, en las asociaciones que, en sus diferentes matices, agrupan a personas, sin dejar de mencionar el entorno familiar, amical y vecinal, no deja de ser comidilla en las conversaciones el preguntarse ¿por qué estamos así? Y, como respuesta, surge la generalizada opinión de que “somos nosotros los primeros culpables”, los que, a través del voto, así lo hemos decidido.
Es decir, el problema no está en los requisitos que se exigen para postular a un cargo público, al cual se accede por elección, ni tampoco en las condiciones o procedimientos que se tienen previstos para que se lleve a cabo un proceso eleccionario, sino en los criterios y motivaciones que tiene el ciudadano cuando se acerca a la mesa de sufragio para dar su opinión a través del voto.
Por lo tanto, el resultado de una elección o una consulta popular siempre va a estar en función del comportamiento del elector quien, al emitir su voto, lo haga con conocimiento del porqué lo hace en uno u otro sentido; pero, para lograr que su voto sea responsable debe tener interés de, previamente, informarse suficientemente de lo que el país requiere, y eso se consigue únicamente dando una mayor atención a la formación de los estudiantes, promoviendo en ellos su preocupación por conocer el cómo y para qué se administra el Estado.
Si esto último es lo que debe ser, en cuanto a la política educativa se refiere, con la situación en la que se encuentra hoy el ministerio que debe atender este requerimiento, es indudable que la crisis en el sector educación va a tener un efecto directo en el desarrollo de la cultura política del pueblo peruano y, en consecuencia, no se van a dar las condiciones para que nuestra democracia pueda funcionar.
Si revisamos lo que han sido las propuestas para modificar nuestro sistema político, especialmente en lo electoral, muchas de ellas traducidas en leyes, capaz con buena intención, pero nada más, es penoso no poder encontrar ninguna alternativa que permita mejorar o desarrollar la cultura política de la población peruana.
Si queremos que nuestro sistema democrático mejore, los actores políticos de hoy, de mañana y de siempre deben prestar mucha mayor atención al rubro de la educación, como fuente de cultura política.
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