Crisis hídrica: ¿verdad o reto?
Un grave problema en nuestra sociedad es la dificultad que tenemos para comprender científicamente fenómenos naturales como El Niño, que ya toca nuestras puertas en forma de lluvia, sequía, viento, marea, huaico y/o tormenta eléctrica. Estas generarán desastres en pequeña, mediana y gran escala en nuestra infraestructura país y traerán damnificados y muertos, porque simplemente no somos capaces de hacer realidad obras de prevención que eviten dañar a la población. La inversión en prevención no supera el 30% de lo “planificado”.
Lamentablemente, la debilidad mental de los funcionarios públicos alimenta la fragilidad mental de muchos compatriotas, que ven los efectos del cambio climático como la ira de Dios o la llegada del apocalipsis. La crisis hídrica que hoy vivimos en el bajo caudal de los ríos en la selva, la sequía en zonas altoandinas o la elevada temperatura del mar en la costa, no es contrarrestada con un plan de obras que almacenen el agua de lluvias para potabilizarla, ni para desalinizar el agua del mar para atender una demanda que existe en el país, y en especial en una capital como Lima, la segunda ciudad con mayor población ubicada en un desierto.
El cambio de mentalidad que requieren los peruanos requiere formar a nuevas generaciones en carreras técnicas y científicas que transformen el entorno en el cual vivimos para adecuarlo a nuestra supervivencia como especie. Pero esto no ocurre. Lo que sí ocurrirá es que un grupo de peruanos aprovechará los estados de emergencia para enriquecerse, dejando de lado cualquier pudor por el cuidado de los desprotegidos y damnificados sobre los cuales impacten los desastres naturales, evitando anticiparse realmente a lo que sabemos ocurrirá tarde o temprano.
El problema de fondo no es ya el fenómeno de El Niño, ni constatar los impactos que tendrá sobre nuestra población, sino el hecho de no tomar conciencia que seguirá ocurriendo si no resolvemos malas prácticas sociales, económicas y políticas que reproducimos alrededor de los desastres naturales y el cambio climático. Este es un dato de la realidad que no podemos seguir negando.
El reto es que sector público y privado asuman responsabilidad sobre la inacción que mostramos frente a lo que se viene. El reto es abandonar ese silencio cómplice de nuestras clases dirigenciales, que no se ponen la camiseta para pensar país y hacer realidad su transformación.
¿Acaso es tan difícil cambiar de una vez por todas estas conductas y comportamientos que están llevándonos a una muerte anunciada? No son los rezos y cánticos religiosos, ni las creencias en espíritus del más allá los que darán solución a estos problemas. Es un pacto mundano y terrenal, con data científica, la que debe poner nuestra agenda país por delante de intereses mezquinos. ¡Hagamos algo ya!
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.