Crisis migratoria agudizada en la frontera peruano-chilena
Ya va una semana de la crisis migratoria en la zona de frontera peruano-chilena y al cierre de esta columna no hay ni por asomo la esperada luz al final del túnel de una solución pragmática como se viene reclamando desde el realismo de la migración internacional.
La decisión chilena de deportar o expulsar a los extranjeros indocumentados es tan soberana y legítima como la del Perú de cerrar la frontera. Frente a esta circunstancia ineludible derivada de las políticas nacionales y frente a la inseguridad ciudadana por las acciones delictivas de no nacionales, debe exigirse a ambos gobiernos adoptar una medida sensata fundada en la coordinación y colaboración bilateral como corresponde.
Si los migrantes, en su inmensa mayoría venezolanos, desean retornar a su patria, a pesar de la profunda crisis en que se encuentra por la desastrosa política económica de Nicolás Maduro, debería adoptarse una rápida medida en ese sentido.
Un puente aéreo fundado en criterios humanitarios sería lo más conveniente y para que resulte eficaz las cancillerías, primero de Chile, donde se tomaron las primeras decisiones que han generado la difícil consecuencia fronteriza, y luego la peruana, de ponerle coto a una migración sin filtros de seguridad, deberían requerir de Venezuela una respuesta positiva para recibir a sus nacionales.
La medida adoptada es independiente de nuestra protesta ante Chile por la inconducta de sus militares y carabineros que, sorprendentemente –el reciente informe periodístico televisivo es elocuente–, han venido facilitando el ingreso ilegal de migrantes a nuestro país.
El peor escenario para el Perú es que cedan terrenos o levanten carpas para cobijar a los migrantes a punto de convertirse en refugiados. Muy mala foto para nuestra reputación internacional. Exijamos a Chile abordar y solucionar el tema juntos y requerir del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados – ACNUR, su participación, pues se trata de la persona humana, cuya vida puede hallarse en peligro, principalmente la de los menores, que yacen varados y en la intemperie, absolutamente vulnerables, como pasa a una madre extenuada vista con su bebé de tan sólo un mes de vida. Actúen rápido antes de que se produzca una desgracia con imperdonable responsabilidad compartida.
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