Crónica de un viaje sin rumbo
Sucedió hace 11 años
Una muchacha de 29 años sale de Buenos Aires con una mochila roja y, según varios testimonios, parecía desorientada, pero sin poder saberse o intuir si estaba perdida o huyendo de algo, de alguien o, tal vez, de sí misma.
Es 4 de julio y, en el barrio porteño de El Retiro, a las 7:45 de la noche, toma un microbús hacia San Salvador de Jujuy.
Al día siguiente, se baja en Tucumán y toma otro microbús hasta Rosario de la Frontera, en Salta. Trata de dormir, pero no puede. Un pasajero le dijo a la policía que casi todo el viaje estuvo susurrando una canción y que, a veces, lloraba.
En esa ciudad, pide un aventón, y un camionero la lleva hasta la ciudad de La Banda, en Santiago del Estero. Son las 7:30 de la noche del 5 de julio.
Esa misma noche, un amigo le compra un pasaje para retornar a San Salvador. Lo hace. Está amaneciendo cuando, en la terminal, deja inexplicablemente su mochila roja en una vereda de embarque. Una pasajera que estaba cerca contaría después que no la llamó porque parecía aliviada, como quien hubiera dejado una culpa.
Es 6 de julio. En una tienda pide, por favor, cargar su celular y llama a su amigo, que el día anterior le regaló el pasaje. Luego sale a la autopista y pide otro aventón. La recoge nuevamente un camionero y la deja en Salta. Se baja en el paradero de la empresa Molino Pampa Blanca y llama a su mamá desde un teléfono público.
Al mediodía del 7 de julio ingresa a un hospital de Salta, pero no es atendida, desconociéndose las razones. Según testigos, se le veía muy mal. Más tarde, otros testimonios la sitúan en las inmediaciones de un convento cercano, tocando los timbres y las puertas de varias casas.
En las siguientes 16 horas no hay registro de su paso.
En la madrugada del 8 de julio se sabe que tocó la puerta de una casa y pidió pasar allí la noche, sin que la dueña lo aceptara. Algunas horas más tarde apareció en una estación de servicio en Güemes. Un empleado cuenta que la vio tres veces en un corto lapso y que, en la última, notó que se había aseado.
A las 4 de la tarde de ese mismo día, intenta otro aventón hacia alguna parte. El camionero que la recogió señaló que bajó media hora más tarde en la gruta de la Difunta Correa, sobre la ruta nacional N.º 34. Hasta allí llega el rastro.
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