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Cuando el agua pasa solo por un ojo de la ducha

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Fecha Publicación: 06/04/2022 - 22:10
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Por Edistio Cámere

Un diario de circulación nacional da cuenta de que la falta de equidad de género en nuestra sociedad está reflejada en diversos ámbitos y el educativo no es la excepción a la regla. El porcentaje de la presencia femenina en las ramas de la ciencia o ingeniería sigue siendo mucho menor que en sus pares masculinos. Bettit Salvá, vicerrectora de la Universidad Le Cordon Bleu (ULCB), advierte que solo el 30% de mujeres participa en el campo de la ciencia y tecnología. Hasta aquí el resumen de la noticia. En seguida, cabe formularse acerca del por qué o del propósito de esa noticia. ¿Cuál debería ser su lectura correcta? ¿Que las mujeres prefieren otras áreas de estudio? ¿Que a aquellas que buscan desempeñarse en el campo de la ciencia y de la tecnología las universidades o los institutos les ponen tales obstáculos que desisten en su propósito? ¿Será que se deba suponer una posición de dominio endémica del hombre con respecto a la mujer y, que para la citada vicerrectora, se traduce en que las ciencias y la tecnología son ámbitos masculinos? Así podríamos seguir discurriendo en pos de descubrir intenciones segundas a la noticia.

Me gustaría, sin embargo, proponer otro sesgo, considerando algunos resultados de la ENDO (Encuesta Nacional de Docentes) realizada por el Ministerio de Educación el año 2020. La encuesta se realizó virtualmente a 28,217 docentes, de los cuales el 62.8% eran mujeres y el 37.2% hombres. Asimismo, revisando este mismo ítem, en las encuestas de los años 2016 y 2017 y la del 2020, el promedio de profesoras alcanza un 63%. En este caso, refrendado con cifras, y siguiendo el curso de la noticia, podemos suponer que, el que haya menos hombres en educación es porque a) prefieren otras actividades profesionales; b) la sociedad [universidades e institutos] eleva las barreras para impedir su acceso; y, c) las mujeres históricamente han copado mayoritariamente todos los resquicios y espacios del ámbito educativo… dejando poco margen a aquellos hombres que descubren su vocación docente.

¿Por qué dejamos pasar el agua por un solo ojo de la ducha? ¿Por qué se alzan voces –no pocas veces, destempladas– advirtiendo que, en los campos de ciencias, tecnología y de gestión hay pocas mujeres? Por la misma razón, se debería alzar la voz en los campos donde hay pocos varones, por ejemplo, en la educación. El aporte de la mujer en las áreas de ciencias es tan valioso como el aporte del hombre a la educación. Los beneficiarios directos (presentes y futuros) aprovechan lo propio de cada sexo, pero más les favorecen si ese o esa profesional, tiene vocación, buena preparación, don de gentes, entre muchas. Todas estas capacidades no pertenecen per se ni a los hombres ni a las mujeres, son cualidades humanas que se apropian y se internalizan con trabajo y esfuerzo personales. ¿Si el 70% de docentes hubiese sido hombre, se apelaría a la inequidad de género?

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