Cuando el río suena…
Rugen los ríos peruanos. ¡Sobre todo, en estas épocas de huaycos! Y cuando truenan los ríos es porque piedras traen. Así lo dice y confirma un viejo y muy certero aforismo. Esos retumbes demoledores que escucha el país no responden a alucinaciones. Son la vorágine de cargas contaminadas que llevan unos ríos imaginarios conocidos como medios de comunicación. Unos fardos envenenados con poderosísimos explosivos, cada cual peor, todos conteniendo un mismo lodo y produciendo un mismo estruendo: el de la mega corrupción que rodea a Pedro Castillo, el aún el jefe del Estado peruano. Un estremecedor bramido que sale de las versiones cotidianas provenientes desde el ápice de un poder que, cual castillo de naipes, viene autodestruyéndose hora por hora. Un castillo de naipes llamado Pedro Castillo, falso valor que persevera en permanecer aferrado al poder muy probablemente porque ya sabe lo que le espera, si baja al llano y enfrente a la Justicia como ciudadano de a pie. Pero el huaico imparable ya arrancó desde la cumbre del poder, impulsado por un cúmulo de podredumbre que surcará por todos los meandros oficialistas hasta arrasar de cuajo con la basura que encuentre a su paso.
Pedro Castillo es consciente de ello. Por eso mismo apelará a cualquier recurso que le sugieran sus asesores comunistas/senderistas, dirigidos por especialistas del servicio de inteligencia cubano. Comenzando por amenazar al país con incendiar la pradera tal como su camarada Evo Morales, quien se alzó en armas para apropiarse de Bolivia. ¡Pero al sol no se le tapa con un dedo! Este escándalo es demasiado grande para que algún suicida pretenda salvarle el pellejo a Pedro Castillo. Las pruebas de corrupción que ahora existen y fluyen alrededor suyo son sencillamente aplastantes. Por cierto, el aún presidente Castillo cuenta –hasta el momento- con la complicidad de la Fiscal de la Nación. Por fortuna quedan en el Ministerio Público fiscales decididos a defender los fueros de su institución. Pero son muy pocos los que no están manchados por la plaga desatada por Odebrecht, que ha infectado a casi toda la Fiscalía obligándola a actuar según los intereses que “debe defender” para evitar que explote semejante escándalo.
Precisamente por ello el extremismo izquierdista, que arropa a Castillo, está decidido a todo con tal de no perder esa oportunidad de oro que ganó en las elecciones de mayo, gracias al doble voto ejercido arteramente por Salas Arenas, aún presidente del JNE. Los castillos, cerrones, bermejos, pukas, maravíes, bejares, etc., ya probaron la miel del poder y no están dispuestos a perderla Pero, igualmente los peruanos ya palparon la desgracia que significa que gobierne el comunismo/senderismo. ¡Y dos veces no capan al gato!
Estamos asistiendo a los últimos días de Pompeya. Pero en Perú. Vale decir la versión chicha de la obra de Edward Bulwer-Lytton trasladada del año 79 al 2022, ambientada no en la erupción del volcán Vesubio de Pompeya, sino en un huaico (como acá) que lo destruirá todo. ¡Ajústense los cinturones, amables lectores, porque les esperan días muy moviditos por delante!
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