Cuestión de confianza
En un par de días, el Gabinete se presenta al Congreso para los fines del voto de investidura. Más allá de la discusión académica si se trata de investirlo u otorgarle la confianza para continuar, no tenemos duda de que al alicaído Parlamento no le queda otro camino que darle el visto bueno a este flamante Consejo de Ministros poco plural. Más bien, nos preocupa si el actual Gobierno estará a la altura de las difíciles circunstancias hasta el 28 de julio próximo.
El presidente Sagasti, sin duda, era el mal menor entre los elegibles por el Poder Legislativo y si bien no fue el más votado por el electorado ni el más representativo, el descrédito de todos los demás congresistas que arrastraron al país a un sangriento salto al vacío le abrió el camino mientras se dejó al frente del Congreso a una mesa directiva de dudosa aceptación y capacidad. La verdad, es lo que merecemos por cómo votamos hace apenas un año.
Sin pretender forzar paralelos –lo que era imposible en el caso del impresentable Merino- Sagasti es lo más cercano a Valentín Paniagua y su período de transición. Ambos fueron de los menos votados popularmente y, sin embargo, iniciaron la gestión bajo una expectativa ciudadana favorable. Para más parecido, Paniagua convocó y enrumbó a la Nación hacia las elecciones generales y dejó un legado de propuestas de base para la reforma constitucional y la modernización del Estado y Sagasti va por esa línea aunque recibe al país en la peor coyuntura y con urgencias mayores. Al comienzo, Paniagua no tuvo la confianza de todos y cumplió sin tacha y con buen recuerdo. Sagasti tampoco tiene un cheque en blanco ni ha empezado del todo bien por la cuestionada razzia policial, pero con que gobierne y entregue el poder como lo hizo Paniagua habrá servido con creces al Perú. ¡AMEN!