¡Cuidado con el adelanto electoral!
Dos noticias volvieron a sacudir ayer el, de por sí, afiebrado ambiente que vive nuestra nación. La sentencia del juez supremo Checkley, disponiendo prisión preliminar durante dieciocho meses para el sátrapa José Castillo Terrones, en lo que respecta a la carpeta Fiscal de acusación constitucional por los delitos de conspiración, rebelión, abuso de autoridad y grave perturbación de la tranquilidad pública, además de alentar el alzamiento de la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas para capturar el poder Judicial, el Ministerio Público, el Tribunal Constitucional y la Defensoría del Pueblo, entre otras instituciones constitucionales que forman parte del Estado peruano. Esto como consecuencia de haber clausurado el Congreso e instaurado un gobierno de excepción, a través de un golpe de Estado perpetrado el pasado 7 de los corrientes. Y el segundo hecho que remeció las redacciones de los medios, fue la decisión del Congreso de no aprobar una ley de adelanto de Elecciones Generales como lo solicitara la presidenta Dina Boluarte. Esta propuesta era, desde un principio, de muy compleja consecución. Requería introducir un artículo modificatorio a la Carta, lo que demanda que el Legislativo apruebe la iniciativa en dos legislaciones seguidas, con 87 votos a favor en cada una de ambas votaciones; o con 66 votos en una sesión, pero, una vez aprobada la norma, ésta deberá ser ratificada vía referéndum. La iniciativa impulsada por el congresista Guerra Garcia, de Fuerza Popular, solo alcanzó 49 votos a favor, 33 en contra y 25 abstenciones. La caótica reforma constitucional del miserable Vizcarra -prohibiendo la reelección congresal- ha motivado que gente neófita en materia legislativa integre el Congreso. Consecuentemente, al no saber decidir si vota a favor o en contra de algo, opta por abstenerse, defraudando a sus electores.
En realidad, proponiendo un adelanto electoral en las actuales circunstancias de crispación social -con violentos enfrentamientos armados entre ciudadanos envenenados contra la Policía y el Ejército peruano por agitadores de sendero luminoso- y manteniendo como marco de referencia la misma parafernalia de preceptos constitucionales y normas electoreras que en 2021, lo único que conseguiremos será alumbrar procesos electorales desafortunados.
Porque, sencillamente, dadas las circunstancias en las que éstas se desarrollarían, desatarían pasiones terriblemente enconadas. ¿Motivo? En vez de inducir al ciudadano a votar apelando al razonamiento y a la sensatez, volveríamos a repetir el desastre de 2021. ¡O quizá, a algo peor! Recordemos que el cuestionado resultado de los comicios de 2021 es culpable del actual estado de polarización y conmoción social. En consecuencia, repetirlo, pudiese generar mucho mayor perjuicio que el actual estado de cosas. Como señala con reflexión lógica, la congresista Adriana Tudela, propiciar elecciones adelantadas a tontas y a locas profundizará el, de por sí, terrible estado sociopolítico que, hoy en día, transpira nuestra ciudadanía y rezuman nuestras instituciones.
Si la señora Boluarte,como sospechamos y lo hemos precisado muchas veces, es incapaz de gobernar el Perú, su deber patriótico es renunciar y dejar que fluya el relevo constitucional en ese escenario, entregando la banda presidencial al presidente del poder Legislativo.
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