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Cuidado con escolarizar la familia

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Fecha Publicación: 08/03/2024 - 21:50
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La relación escuela-familia fluye dentro de los cauces de una sana complementariedad en la medida que la primera no ‘escolarice’ a la familia y ésta no intente ‘familiarizarla’. Lo prudente es que ambas instituciones se relacionen con el propósito de aportar desde su expertise –racional y afectivo– en la mejora personal del hijo, en cuanto estudiante.

La persistente búsqueda de resultados, de lo cuantificable y de la competencia, conduce a la escolarización de la familia que puede ser patrocinada tanto por la escuela como por ella misma. En la comunicación padre-hijo, la escolarización privilegia el tema de la “escuela” incidiendo en el rendimiento y en las calificaciones, olvidando el contenido de las materias, las relaciones con los maestros, entre los mismos alumnos, el clima escolar, las experiencias y logros cotidianos. Las tareas escolares en cantidad y frecuencia, trasladan a los padres la tarea de enseñar, con lo cual la vida familiar se convierte en vida “escolar” cotidiana y prolongada.
Aún más, la escolarización trae consigo que la acción educativa se reduzca a zonas periféricas del ser humano: premios, deméritos, medallas, intercambios estudiantiles y conductas impecables.

La escuela, sin embargo, debe valorar y reconocer que la familia ofrece al alumno protección y apoyo emocional, con independencia del rendimiento, en su condición de hijo. Su asistencia puntual en condiciones y capacidad de rendir y trabajar. Los aportes en pro de la escuela, según su índole, parecen ser más complejos que las materias que el niño aprende en la escuela; la familia obtiene, como tal, poco o ningún beneficio.En

la relación familia-colegio debe constar con objetividad lo que los padres no delegan y, que forma parte de su derecho como primeros educadores. Entre los que destacan: a) Velar porque las ideas y criterios que los hijos adquieren en las materias no sean contrarias al tipo de educación que desean; b) La promoción de las virtudes que sus hijos deben desarrollar con ocasión del estudio; c) El control en el uso del tiempo libre; d) Aprovechar los recursos con los que cuenta la familia con respecto a la educación intelectual de sus hijos; e) Adquirir las nociones adecuadas acerca de qué es el estudio y qué es ser un buen estudiante. Y, por último, ser conscientes de cómo está influyendo el ambiente familiar en la disposición de los hijos en los estudios, con el fin de hacer las correcciones oportunas y lograr así un buen clima de estudio.

Si se advierte que el estudio no es simplemente un vehículo para instruirse en unas determinadas materias o para ser sólo buenos alumnos, sino que, además, es un medio para la mejora total como personas, entonces, el estudio es una oportunidad educativa que enlaza directamente con la familia. En la medida en que ser buen estudiante y aprender a ser personas están íntimamente relacionados, los padres tienen un papel importante, dado que la familia es el hábitat natural y el entorno más adecuado para nacer, crecer y morir como personas.

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