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Cumplir 60 años y sobrevivir a la experiencia

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Fecha Publicación: 06/10/2025 - 22:00
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Cumplir sesenta años es, por decirlo con elegancia, un deporte extremo. Que nadie venga a venderme el cuento de que “la vida empieza a los sesenta” como si fuera un comercial de crema antiarrugas. No, la vida no empieza: continúa, se transforma, se encoge en tiempo, pero se ensancha en lucidez. Y sí, hay que sobrevivir a la experiencia.
Porque cumplir sesenta exige valor para mirar atrás sin arrepentirse demasiado, mirar adelante sin pánico y, sobre todo, mirarse al espejo sin filtros… y sentir que eres bella.
Durante décadas he hecho malabares con roles que suenan sencillos en teoría, pero que en la práctica rozan el heroísmo: ser hija (con expectativas imposibles), ser amiga (siempre disponible), ser esposa (sin dejar de ser una misma) y ser madre (sin manual, sin descanso y sin derecho a equivocarse). He fallado más veces de las que recuerdo, he pedido perdón otras tantas y he hecho lo mejor que pude con lo que tenía. A veces fue suficiente, a veces no. Pero sobreviví.
Hoy, a los sesenta, ya no me interesa coleccionar aprobaciones. Estoy agotada de esforzarme por gustarle a personas que, con suerte, apenas se gustan a sí mismas. El nuevo mandato es más simple y mucho más revolucionario: validar mis sentimientos, mis decisiones, mis gustos. Ser mi propia porrista, mi refugio, mi crítica y mi aliada. No hay aplauso externo que compita con la paz de estar en coherencia con una misma.
También he aprendido que la vida no es una fiesta a la que uno tenga que rogar para ser invitado; por el contrario, somos anfitriones. A esta edad, la compañía se elige con pinzas. Quiero momentos de calidad con las personas que de verdad quieren estar; ya no pienso en forzar afectos, ni mendigar tiempos, ni sostener relaciones en terapia intensiva.
Prepararse para lo que viene no significa hacer un curso intensivo de longevidad, sino abrazar con elegancia la certeza de que el tiempo es limitado. Quiero días que sumen, conversaciones que alimenten, silencios que acompañen. Quiero sueños por cumplir, pero también el derecho de no cumplir ninguno si no me da la gana.
Cumplir sesenta años y sobrevivir a la experiencia, entonces, no es un acto de resistencia, sino de reconciliación. Reconciliarte con tus decisiones, con tus errores, con tus límites y con tu historia. Ya no compito, no demuestro, no busco aprobación. Simplemente soy. Y en esa simpleza hay una sofisticación que solo el tiempo enseña.
Porque sí, cumplir 60 años y sobrevivir a la experiencia es posible… siempre y cuando recuerdes que, a esta altura de la vida, la única meta sensata es vivirla con digna calma, feroz libertad y una deliciosa dosis de irreverencia.

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