Dando vueltas a la meritocracia
En el diario oficial El Peruano del 22 de este mes, se lee: “En palabras llanas, un Estado basado en la meritocracia es aquel en el cual los cargos públicos son asumidos por profesionales de comprobada capacidad para cumplir una determinada función”. Habría que añadir que esa explicación se ajusta a la glosa que propone el Diccionario de la Real Academia sobre la meritocracia. No tomaré posición –porque desconozco los detalles técnicos– con relación al regreso de los 14,000 docentes interinos cesados el 2014. Lo que sí me llama la atención: el tiempo transcurrido y que el Congreso deba intervenir en la toma de decisión, sabiendo de antemano que las perspectivas, ideologías o políticas tienen peso específico, incluso más que el técnico-pedagógico.
¿Es posible comprobar debidamente la capacidad profesional para cumplir una función tomando pruebas masivas y escritas? O ¿que la decisión final la asumen funcionarios alejados de la gestión y no los consejos directivos de cada institución educativa? Si desde el Ministerio de Educación o las Unidades de Gestión Local se nombran docentes y se les define su destino, sin la intervención del director, ¿qué poder tiene éste para trazar –promover o corregir– una línea de carrera para el docente? Todo esto, lejos de incentivar, debilita la meritocracia.
El nombramiento de docentes permite que, tras rendir una prueba, aquellos consiguen estar comprendidos en la carrera administrativa y sujetos a los deberes y derechos que la regulan; mientras que quienes no aprueban quedan excluidos de la misma y de sus beneficios. De esta práctica, dos puntos me llaman la atención. El año 2019, se inscribieron 230,952 docentes. Fueron evaluados 212,456 (el 92%) y, de estos solo clasificaron el 7.47% (15,874). Finalmente, obtuvieron plaza 4,554 docentes. Esta cifra representa el 2.14 de los evaluados y el 29% de los clasificados. A este ritmo ¿en cuántos años se tendrá el 100% de docentes nombrados? ¿Cuál es el estímulo para aquellos que tesoneramente rinden examen? Lo otro que destaco es que en cualquier otra institución, quien no supera o cumple con los requisitos, pierde la oportunidad de ingresar o hacer carrera. En el caso que nos ocupa, ¿cuál es el mensaje que se trasmite a los profesores y a los alumnos? Quienes no son nombrados siguen en sus puestos y probablemente, a veces, con mejores prerrogativas. Pero, ¿son o no aptos para ingresar a la carrera administrativa del Estado? ¿Qué está en juego: ¿beneficios laborales o méritos profesionales?
Revisando datos de Escale (Ministerio de Educación) encontramos que, comparando el 2008 y el 2022, la matrícula en la Educación Básica Regular (EBR) creció en 6.14%. En cambio, el personal docente y no docente creció en un 28%. Dicho de otro modo, la ratio – el año 2008 – era por cada 18 alumnos 1 personal docente y no docente; el año pasado la relación pasó a ser 15 alumnos. La ratio es espectacular. ¿Por qué se sigue criticando a la educación? No es la meritocracia, es un Estado que quiere controlar y homogeneizar todo. La bandera de la izquierda y los caviares.
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