De aniversario
Sin agitarse la Residencial San Felipe, obra en Jesús María del primer gobierno del arquitecto Fernando Belaunde Terry, cumple hoy, 2 de julio, 57 años de existencia, los suficientes como para ver y comparar las condiciones de vida que ofreció en su nacimiento con las que hoy pueden recibir quienes acceden a realizaciones también destinadas a la clase media.
Soy vecino de la Residencial, prácticamente desde sus primeros días, creo que los últimos míos aquí podrían encontrar su fecha. Soy total y absolutamente más que satisfecho vecino de la Residencial ocupando uno de los departamentos duplex que me ofrece el disfrute de un privilegio, tener dos balcones que me permiten recibir y despedir al sol; tenía la vista completa de la isla de San Lorenzo y la línea gris y arena de los cerros desde el San Cristóbal al Morro Solar en Chorrillos, vista de lujo que ha mermado con las nuevas construcciones que no tienen otra gracia que ser cuerpos geométricos dedicados a la habitación. Además de mis balcones tengo una amplia zona para sala, comedor y los buenos amigos, tres dormitorios más que son suficientemente cómodos y un baño en el que puedo moverme, dar varios pasos, desvestirme para ir a la ducha o chapotear en la tina; valoro que el cuarto de servicio tiene ventana y baño completo, que no lo tienen cuartos principales en muchos nuevos edificios.
Para coronar, las áreas verdes con árboles y jardines que son tema para mis caminatas y fotografías. A estas calidades debo sumar las ventajas de la movilidad colectiva, es fácil llegar casi a todo Lima, incluido Ancón, las puertas de Cieneguilla y caminando un poco hago conexión para bajar hasta Pucusana. Ónde pué vas a tener tanta gollería, y más si cuento como punto a favor los servicios y zonas cercanas de comercio, entretenimiento y salud.
Imposible no confirmarme como privilegiado con todas estas ramas, aunque en otras ande medio podado, y aún así, tener materia de soporte para ver no el otro lado de la luna pero otros más cercanos que no me son ajenos ni desconocidos.
Disfrutar San Felipe con conciencia es un premio que recibo antes de abrir el ojo y decir gracias, cuando lo hago ya las cuculas están conversando y les hacen compañía las bandadas de tordos. Salgo al bacón a ver levantarse el día desde atrás de los cerros; puedo tener mañanas que me regalan con la neblina que algunas tardes la copian. Al buen sol si está de visita desde el balcón del oeste lo despido deseándole pronto retorno.
Hay noches que desde la ventana la señora luna pinta mi cuarto. Y hay más, mucho más, voy a poner punto final pero antes debo saludar al presidente Belaunde y al equipo de arquitectos por la gran obra y con toda mi persona decir, gracias Cavagnarito, sabías exactamente quién soy y qué me regalabas.
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