¡De camino a ser un polvorín!
En mi anterior columna reflexionaba acerca de las fallidas rondas de diálogo del presidente Pedro Castillo con la clase política y personalidades, preguntándome válidamente, ¿a santo de qué habría que creerle ahora?, a propósito de su último ensayo de gobernar a base de consensos en el seno del Acuerdo Nacional, con Max Hernández como Secretario Ejecutivo y los buenos oficios del cardenal Pedro Barreto, una especie del “asambleísmo del ejercicio del poder”. Lamentablemente parece no me equivoqué, porque a pocos días de este anuncio del mandatario, le llovieron duras críticas y hasta frases destempladas sobre Hernández y principalmente monseñor Barreto, por parte del fundador del partido de Gobierno y del presidente del Consejo de Ministros, dos actores políticos claves para viabilizar cualquier cambio en el Gobierno Central, aunque en lo que respecta al PCM, éste ha señalado no haber tenido propósito de ofender.
Con todo, es cuestionable que el jefe del Estado convoque a Palacio de Gobierno al cardenal Barreto buscando su apoyo, citas en las que también participó el señor Hernández, Secretario Ejecutivo del Acuerdo Nacional, para que su entorno “en una”, le jale la alfombra, arremetiendo contra éstos con ácidas críticas, haciéndolas además públicas, destruyendo los puentes de diálogo y entendimiento ya avanzados.
Ahora bien, este desaguisado contra Max Hernández del Acuerdo Nacional y monseñor Pedro Barreto, ¿por qué no motivó un “estate quieto” ni pronunciamiento alguno por parte del presidente de la República Pedro Castillo, deslindando de los que reiteradamente le enmiendan la plana, en señal también de respeto a las entidades que ambos personajes representan?, ¿será acaso que comparte la crítica de su entorno o está secuestrado y a merced de su voluntad, que no puede siquiera a través de 280 caracteres, un tuit, hacer sentir quién manda en el Perú?
Así las cosas, más pronto que nunca el país se volverá un polvorín, el malestar de gremios y sindicatos de todos los niveles socioeconómicos, comunidades y autoridades subnacionales que también exigen cambios, está meteóricamente “in crescendo”.
¿A dónde llegaremos con tanto descontento e indignación ante un gobierno marcado por la improvisación y otras tantas perlas? El futuro del Perú, señores, es de pronóstico reservado.
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