De Kunta Kinte a la reina Charlotte
Qué lejanas quedaron las épocas en la que los negros reivindicaban sus raíces. A fines de los 70 del siglo XX se emitió precisamente Raíces, la historia de Kunta Kinte, un joven africano atrapado por esclavistas blancos en su terruño natal y llevado a cultivar a latigazos los sembríos de algodón en el sur de Estados Unidos.
La serie, que tuvo una repercusión mundial, fue un antes y un después en la comunidad negra norteamericana y consolidó el orgullo de esa raza que ya se venía construyendo desde las épocas de Martin Luther King y Malcom X.
En resumen, Kunta Kinte es el fundador de una dinastía de esclavos afroamericanos que después devienen en hombres libres a raíz de la guerra de secesión, aunque discriminados durante más de un siglo.
Otro es el caso de La reina Charlotte, transmitida por la plataforma Netflix. Carlota de Mecklemburgo-Strelitz es elegida para casarse con el rey Jorge III de Inglaterra. Estamos en pleno siglo XVIII, aunque los vestuarios de época de la serie sean del XIX. Pero ese no es el solo problema de la serie de Netflix.
Y es que la reina Charlotte que procede de Alemania ni es rubia ni tiene ojos azules. Es negra. Bien podría haberlo sido hoy, en el siglo XXI, ¿pero en el XVIII? Aún hay más. La sociedad inglesa de 1761 —año en que contrajeron matrimonio Jorge y Charlotte— es copia fiel de mayo de 2023, donde un descendiente de hindús ocupa el número 10 de Downing Street y Meghan Markle está casada con un hijo del rey.
En síntesis, una farsa total. Una tergiversación de la historia que sólo demostraría que, a diferencia de sus raíces verdaderas, hoy existe un complejo que supone que quienes alguna vez fueron oprimidos, nunca lo fueron y saltaron de una barraca de esclavos en Jamaica al trono sagrado de Inglaterra. Se trata en la serie de Netflix del “gran experimento”, una suerte de ingeniería social permitida por la fantasía y la libertad creativa de la guionista.
En realidad, el “gran experimento” consiste en borrar la historia y reescribirla no con hechos nuevos, sino con delusiones al gusto de la cultura woke del momento.
En un mundo donde la gente es cada vez más bruta, ¿cuántos no creerán en realidad la historia de una Charlotte negra y que la esclavitud nunca existió porque todo pasa por un mundo integrado donde todo es paz y armonía, más allá de los chismes y las típicas intrigas mundanas de salón? Como me decía un amigo escandalizado por lo que él denominaba la “basura”: está pronto el día en que la próxima biografía de María Antonieta sea protagonizada por un transexual chino.
Total, si ya existe una Cleopatra negra habiendo sido griega, todo se puede esperar. Estamos peor que en la época de Stalin: la falsificación de la historia a través de un seudo arte para lavarle la cabeza a los imbéciles que son legión, está a la orden del día.
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