De la Crisis a las Reformas
De manera sorprendente, una congresista que proviene de las canteras de “la izquierda” –mi colega Kathy Ugarte, ex Perú Libre, ahora de la bancada de Unidad y Diálogo– ha planteado sin ambages una profunda reforma del Estado peruano. Profunda en cuanto a su forma de organizarse, reduciendo “a lo Milei” el número de ministerios de 18 a 9, fusionando diversos ministerios según afinidad.
De repente podríamos discrepar en cuanto a la conformación y lógica de fusión de algunos de los ministerios resultantes, pero eso sería quitarle brillo a una propuesta que merece aplausos por cuanto pone el dedo en una de las tantas llagas que afligen al cuerpo del Estado peruano: su sobredimensionamiento. Existen hoy cerca de 1.5 millones de trabajadores públicos, casi el 10 por ciento del total de la población económicamente activa (PEA). En su inmensa mayoría, se trata de trabajadores sin el nivel de preparación que requiere un Estado moderno y que nos lleva a pensar de inmediato en las consecuencias directas, en materia laboral, de llevarse a cabo una fusión como la que propone la Sra. Ugarte.
Ciertamente, el Estado peruano no requiere 1.5 millones de trabajadores para funcionar; menos aún de la forma tan ineficiente y burocrática como lo hace. La pregunta inmediata es: ¿y qué pasaría con los trabajadores que serían desplazados?, ¿adónde irían? Si tuvieramos un mercado laboral sano, flexible, competitivo y eficiente, ni siquiera nos haríamos semejante pregunta. Los trabajadores desplazados sencillamente irían al mercado laboral para ofertar sus habilidades hasta conseguir un nuevo empleo en el sector privado de la economía.
Pero, dadas las actuales circunstancias y características del mercado laboral peruano –formalmente inflexible y de máxima flexibilidad en la informalidad sin derechos– dicho “trasvase” desde el sector público al sector privado es una simple utopía. De forma mayoritaria, las “habilidades” del sector público no son trasladables al sector privado –lo cual le agrega un elemento más a la paradoja existente–, donde las grandes empresas del país reportan dificultades para encontrar trabajadores calificados y los pocos trabajadores calificados que existen prefieren buscar oportunidades fuera del Perú.
Así, junto a la reforma del Estado, la otra gran reforma pendiente es la del sector laboral, un tema de máxima urgencia en tiempos de la Cuarta Revolución Industrial, dominado por tecnologías capaces de desplazar empleos –sobre todo los de carácter repetitivo– mediante algoritmos, inteligencia artificial, robotización y automatización. Tecnologías que pueden actuar de forma complementaria al trabajo humano, siempre y cuando éste tenga las “habilidades del Siglo XXI”, habilidades que nuestro sistema educativo es incapaz de proporcionar a los estudiantes del país. He aquí una tercera reforma absolutamente necesaria y urgente: la gran reforma educativa. Reforma que a su vez necesita de... etc., etc., etc.
De la crisis a las reformas. Por lo menos ahora estamos comenzando la discusión. Eso, aunque parezca poco, es ya un tremendo avance
Congresista de la República
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, Twitter, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.