Deberían restituir la firma de Alberto Fujimori en la Constitución
Es mezquino no reconocer que el progreso del Perú se ha sustentado en la Constitución de 1993 que, marcando un antes y un después, se ha constituido en el pilar más importante del crecimiento sostenido de nuestra economía.
Más mezquino es no reconocer, ahora que cumple 30 años de su promulgación, el mérito de su gran impulsor, Alberto Fujimori, quien logrando consensos y sumando voluntades de cientos de peruanos elaboraron una nueva Constitución que contribuyó a levantar de las cenizas la economía de un país que encontró quebrado y al término de su gobierno vivía en paz, era próspero y bien encaminado. Lamentablemente, en el 2001, gobernaban el odio y rencor de Paniagua y Toledo quienes “decretaron” que la firma de Fujimori fuera retirada del texto constitucional.
Me he permitido hacer, como reflexión, una síntesis de comentarios leídos sobre la trascendencia de la Constitución de 1993, que avalan la restitución de su firma en la Constitución como un justo reconocimiento a Fujimori.
La Constitución de 1993 estableció un modelo guiado por una ECONOMÍA SOCIAL DE MERCADO que promoviera la competencia, para que sea la satisfacción de los consumidores quien juzgue el éxito de las empresas y no una decisión del Estado a través de la protección y privilegios para determinados sectores económicos.
El modelo social reconoce los derechos de todos los peruanos a la salud, educación y protección, garantizando así la igualdad de oportunidades para todos, protegiendo a los sectores más vulnerables, promoviendo programas sociales, como los que fueron implementados en los noventa, ofreciendo mecanismos de compensación económica y servicios a millones de peruanos que habían caído en la pobreza.
La economía abierta permitió e impulsó más inversiones, que generaron empleo y crecimiento, lo que tuvo un impacto directo en la reducción de la pobreza monetaria de 50% a fines de los años ochenta, a 20.2% en el 2019. Asimismo, permitió rescatar al Perú de la amenaza terrorista, devolviendo a los peruanos la confianza para salir adelante.
La Constitución de 1993 fue aprobada en un referéndum con el 53% de los votos de los ciudadanos. En treinta años se mantiene vigente al haber incorporado diversas reformas para mejorarla y estas se seguirán haciendo siempre desde el Congreso. En ningún caso ameritaría un cambio de Constitución, como pretenden los grupos radicales, que apuntan a modificar el modelo económico, persiguiendo su lucha por la ansiada “equidad”, pretendiendo vernos a todos pobres y dependientes.
Fujimori estuvo dieciséis años privado de su libertad por un antojadizo y perverso artificio de “autoría mediata”. Si ahora se le reconociera el mérito, por su decisiva participación para impulsar la Constitución de 1993, su firma debería volver a ponerse en el texto constitucional de nuestra Carta Magna.
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