Degradación educativa
En todas partes se cuecen habas pero –como dijo César Moro y solía repetirlo Alonso Polar– en el Perú solo se cuecen habas. En la amplia gama de problemas y disgustos que padecemos a diario, sin el consuelo de repetir que son males de muchos, hay un tema básico donde nuestra vocación de cangrejos se afirma sonoramente como grito de estupidez.
Me refiero a la virtualidad. Es decir al acceso a las nuevas tecnologías y el uso progresivo de las mismas en todas las áreas de nuestro desenvolvimiento cotidiano. Esa herramienta que le ha otorgado un signo distintivo al siglo XXI y que, como cada una de las tres revoluciones industriales precedentes, cambió las bases del relacionamiento humano y los modos de producción.
Sin menoscabo de sus riesgos e inequidades, la virtualidad abre también panoramas insospechados al desafío del progreso, fundamentalmente en los campos de la información y el conocimiento. Para bien o para mal, está derrotando, por ejemplo, a una gran cantidad de medios de comunicación impresos que no han sabido replantear el modelo de negocio y manifiestan su fracaso poniendo de patitas en la calle a legiones de periodistas.
El campo educativo es el que más oportunidades ofrece, empezando por el reto de cerrar la brecha de conectividad digital dentro de una geografía tan complicada como la peruana. A inicios de esta década el INEI reportaba que seis de cada diez compatriotas no accedían a Internet.
En diversas regiones, la penetración de la red no llega ni al 15 %: Cusco registra 14.8 %, Cajamarca 6.8 % y Huancavelica 6 %. Fue por eso que al terminar la breve administración de Francisco Sagasti y en plena pandemia del COVID 19, se emitió el Decreto de Urgencia 014-2021 creando el plan ‘Todos Conectados’, mediante el cual se estimaba que los ciudadanos podrían conectarse a Internet con una velocidad entre 30 y 40 Mbps vía Wi-Fi.
Y en todos los planos se habló que la virtualidad había llegado “para quedarse”. Bueno, parece que para cierta costra burocrática de la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (SUNEDU) ello no es así pues ha determinado que, a partir del período académico 2024, las universidades se encuentran prohibidas de ofertar, crear o admitir estudiantes en programas de pregrado “con un componente de 100% de virtualidad”.
Por supuesto apelando a la monserga de que debe garantizarse la calidad y la infraestructura educativa. EEUU y las naciones más avanzadas del mundo no ponen cortapisas a la enseñanza virtual integral de nivel universitario. Los sabios de la SUNEDU sí lo creen conveniente.
Encima, la presidencia del consejo de ministros le ha ordenado a esta institución derogar tal disparate, pero por no haber cumplido con presentar el análisis de impacto regulatorio de su medida, tendrá que acatar esta disposición sí o sí.
Detengamos firmemente la degradación educativa propiciada por un pequeño grupo que le niega a la virtualidad su vigencia e imperio.
Mira más contenidos siguiéndonos en Facebook, X, Instagram, TikTok y únete a nuestro grupo de Telegram para recibir las noticias del momento.