Dejemos de convivir con lo negativo
Es lamentable verificar cómo la sociedad peruana está comenzando a familiarizarse con una convivencia en la que los acontecimientos negativos, en casi todo orden de cosas, nos vienen acompañando en estos últimos lustros.
La inseguridad ciudadana que continúa creciendo en forma descontrolada; el alto nivel en el que se ha desarrollado la corrupción, involucrando a políticos, magistrados, personajes del espectáculo, entre otros; el alto nivel de desconfianza e ilegitimidad de las más altas autoridades de la república, tanto de los órganos (Poderes) del Estado como de algunos organismos constitucionales, sin dejar de mencionar la evidente falta de búsqueda de alternativas para mejorar la atención en la salud pública, así como la posibilidad de que la educación, en sus diversos niveles, no está llegando con calidad y buenas condiciones logísticas a todos los rincones del Perú, son características que destacan en el funcionamiento de nuestra sociedad y que, en estas últimas semanas, se vienen a sumar a otros nefastos acontecimientos que atentan contra la fauna y flora de nuestras ricas reservas naturales, como son los incendios forestales en varias zonas de nuestro territorio nacional y que no han merecido una manifiesta preocupación de parte de las autoridades correspondientes. Son estos los temas que ocupan más del 70% del contenido informativo que propagan los diferentes medios de comunicación.
Frente a este desconcertante y preocupante panorama que nos acompaña, y que no vemos una luz al final del túnel del tiempo que nos permita, en el corto plazo, ser algo optimistas, comprobamos, al contrario, que seguimos produciendo datos estadísticos que nos dicen todo lo mal que estamos, pero sin plantear soluciones inmediatas y efectivas.
En consecuencia, y en atención a las diversas instituciones que forman parte de la estructura integral del Estado, y de la que poco o nada se dice cuando de planificar el funcionamiento de la administración pública se trata, me pregunto: ¿qué es del CEPLAN – Centro Nacional de Planeamiento Estratégico? ¿Estará pintado en la pared? Me da la impresión de que sí. O, lo que es lo mismo, no se toma en cuenta, por parte de la autoridad respectiva, las sugerencias y recomendaciones que, técnicamente, esta institución estatal indica.
Por ello, no encuentro una explicación suficientemente convincente o creíble que nos permita entender el porqué de tanto desacierto o el que se cometan tantos errores cuando de tomar decisiones se trata.
La escasa o nula credibilidad que hoy día tienen los representantes congresales, además de ocuparse de los problemas internos de nuestros países vecinos y de los procesos investigatorios de sus propios miembros, así como el interés de crear más ministerios que les permitan pagar favores (como agencia de empleos), en su lugar, debe orientar su accionar para verificar si las recomendaciones emitidas por el antes mencionado CEPLAN se vienen atendiendo por parte de los organismos estatales; pues, la labor que desarrolla el indicado ente debe servir para que la administración de la cosa pública, por parte de las instituciones estatales, sea responsablemente planificada, y no de la forma cómo hoy se evidencia que se viene manejando.
En ese sentido, no debemos continuar siendo, el pueblo peruano, un laboratorio que, como “carne de cañón”, los políticos de turno nos sigan utilizando como “conejillos de indias” para asegurar o garantizar sus más subalternas ambiciones personales o de partido, desnaturalizando así la finalidad del Estado, cual es el bien común, como su razón de ser.
Por el tiempo que les queda, tanto a los integrantes del Poder Ejecutivo como a los del Poder Legislativo, deben aprovechar los meses venideros para, asumiendo sus responsabilidades, dejar al Perú mejor de cómo lo encontraron, en lugar de terminar por empeorarlo.
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