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Delantales rosados

Fecha Publicación: 22/06/2019 - 21:10
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Un tema que se le escapó totalmente a la ministra Gloria Montenegro es que si hay algo que vienen recusando de tiempo atrás las feministas del mundo entero es el uso del delantal que sitúa a las mujeres en el papel de amas de casa que han protagonizado desde la época de las cavernas y las aleja del rol protagónico social, político y económico que hoy juegan, más allá de toda duda.

El rosado no hace, por cierto, más ni menos machos a los oficiales de nuestras Fuerzas Armadas que participaron en la “delantalada” color rosa pero, francamente, no me imagino al coronel Francisco Bolognesi premunido de este instrumento de combate para luchar hasta quemar el último cartucho por la Patria.

Esta nueva farsa caviar pone en evidencia los recursos frívolos y elitistas de esos personajes que no han vacilado en jugar con la imagen del nuestras Fuerzas Armadas al servicio del marxismo cultural, el mismo que ha trasladado la lucha de clases a los distorsionados argumentos que alberga  la ideología de género que ni siquiera se atreven a defender como tal.

A quienes ahora hablan de resistencia frente a la ofensiva caviar, yo les plantearía nuestra propia iniciativa de una Revolución Pacífica que, con tolerancia democrática, sentido creativo y sin frivolidad, inicie la construcción de una sociedad que elimine la corrupción y la injusticia, ofrezca igualdad de oportunidades para todos y consolide un Estado que real y efectivamente pague la Deuda Social.

La iniciativa de los “delantales rosados”, que debe haber indignado a los hinchas del histórico Sport Boys, quedará en el camino de los actos fallidos de un grupúsculo gramsciano, o sea entrista, experto en meterse por la puerta falsa del Poder y que ahora lo ejerce en esta República nuestra de la improvisación, la ineficiencia, el populismo y la demagogia.

Excelente que ahora, súbitamente, haya acuerdo en el Congreso para reemplazar el antidemocrático requisito de 800 mil firmas por el de 24 mil afiliados para la inscripción de un partido político: falta ahora que Vizcarra plantee “cuestión de confianza” ya que él, o más bien su asesor Tuesta, propusieron aproximadamente la mitad, vale decir unos 13 mil.

Allanada así la ruta para que Vizcarra inscriba su propio partido político queda ahora la contradictoria utopía de la “elección abierta” con un mínimo de 280 mil firmas para que los partidos preserven su registro en el JNE: otra “tuestada” cuya “esencia” es que el partido vizcarrista, con toda la maquinaria estatal detrás, gane por walkover.